Había pasado poco más de un mes desde aquella noche en que Maxim había tomado a Valeria en la sala de música, y ella sentía que su determinación comenzaba a menguar. Cada día conocía un poco más a Maxim y se daba cuenta de que era muy diferente a la persona que había pensado. Tenía un sentido del humor único, había librado sus propias batallas y se preocupaba por los demás. Una semana atrás, cuando ella había estado enferma por su período, él le había conseguido algunos analgésicos y la había mimado hasta el cansancio.
Tal vez Maxim había sido una persona despreciable e insensible en el pasado, pero era evidente que había cambiado. Sin embargo, eso no borraba el daño que le había causado a Nydia. La idea de olvidarse de su venganza había cruzado por su mente, pero cada vez que eso sucedía sentía que estaba defraudando a su hermana.
—¿Qué te tiene tan pensativa? —preguntó Maxim, devolviéndola al presente.
—Nada, solo estoy un poco cansada.
—Es comprensible. Has estado trabajando bastant