Adirael me dejó en la entrada de la casa del abuelo, me expulsaron del instituto, igual no asistirá más, estuvieron llamando a mis padres, pero no pudieron comunicarse con ellos.
Voy a medio camino cuando alguien se lanza en mis brazos. Su olor a limón, me deja pasmada.
¿Samantha, abrazándome?
Trato de devolverle el abrazó, pero no me sale. Su cabello de color chocolate está húmedo, levanta sus ojos cafés dorados y su labio tiembla del llanto que trata de reprimir.
—¿Sam, que tienes? ¿Te pasó algo? — La tomo de los hombros, pero no habla—, ven vamos adentro.
Camina a mi lado y al entrar a la casa los gritos llegan a la sala de estar.
—Sahi, Papi... Él... Sahi, mamá llora todos los días. ¿Dónde está mi familia? Tú te fuiste, Santiago se la pasa encerrado en su habitación y yo, yo estoy sola, con nana..., Bueno... ya no, quiero a mi familia.
La invitó a sentarse y tomó tu mano entre la mía, al ver mis nudillos, llenos de vendas el terror se hizo presente en ella.
— Pensé que estabas ale