Lyon recostaba su espalda en la enorme puerta detrás de él. Sus brazos sostenían por la cintura el cuerpo tembloroso del omega jadeante que había dejado caer su cabeza sobre su pecho. Sus párpados se encontraban cerrados y ligeramente hinchados, marcadas ojeras debajo de sus ojos, su boca abierta soltando largos jadeos y su rostro algo colorado, y no de vergüenza.
El estado de Ashary no era precisamente bueno. Estaba totalmente sin fuerzas, ni siquiera podía mantener sus brazos que caían como pesos pesados a cada lado de su cuerpo. No recibir feromonas por tanto tiempo, estar separado de él como su ahora alfa, y con tanto trabajo, lo habían llevado al límite. Se preguntó cómo había sido capaz de llegar al palacio en esa situación.
-Me hubieras mandado a buscar- Lyon soltó grave.
-Fero… monas- lo oyó gemir restregando su cabeza con molestia al todavía no recibir estas. Una de las manos de Ashary se aferró a la tela de su cacheta a la altura de la cintura como si esto fuera un soporte