Las últimas semanas habían sido intensas para Amatista. Se había dedicado de lleno a los diseños que Santiago Orsini le había propuesto. Entre ellos, tenía ya terminados diez diseños: tres relojes, dos pulseras, tres dijes de corbata y dos collares. Sin embargo, la colección estaba lejos de terminar. Santiago tenía en mente completar con dos pares de gemelos, algunos aretes para mujer que combinaran con ellos, y broches de traje.
Esa mañana, Amatista decidió mostrarle a Santiago los avances. Los diseños ya terminados captaron su atención al instante, y la joven aprovechó para explicarle sus ideas para las piezas faltantes.
—Son excepcionales, Amatista. Tienes un ojo único para los detalles —dijo Santiago mientras revisaba los bocetos. —Pero creo que podemos ir más allá. ¿Qué tal si ampliamos la colección a veinte piezas?
El desafío encendió el entusiasmo de Amatista.
—Acepto. Si logramos esto, demostraremos que podemos con cualquier reto —respondió ella, segura de sí misma.
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