Capítulo 41: En casa.
El día amaneció muy soleado y perfecto.
La Fundación tenía ese ritmo suave de los días normales: sin visitas importantes, sin eventos especiales, sin noticias urgentes. Solo el ir y venir de los pasos conocidos, las risas de los niños, el olor a café temprano y las voces que se saludaban con familiaridad.
Cynthia estaba en su consultorio, con la bata blanca ligeramente arrugada y el cabello recogido en un moño relajado. Frente a ella, una joven paciente apretaba los bordes de su bolso con ambas manos. Era su primera ecografía. Venía sola. Y estaba visiblemente nerviosa.
—Respira profundo —le dijo Cynthia con suavidad, girando la pantalla del ecógrafo hacia ella—. Estás bien. Están bien.
—¿Están? —repitió la joven, con el ceño fruncido.
Cynthia sonrió, y con un dedo señaló la pantalla.
—Dos latidos. Dos sacos. Vas a tener gemelos —le sonrió.
Hubo un segundo de silencio. Luego, los ojos de la paciente se llenaron de lágrimas. De incredulidad, de miedo y de emoción. Tal vez una mezcla de