El cliente de Jazmín llegó armado con un cuchillo.
En medio de la pelea, ella me cortó accidentalmente el brazo.
La herida era pequeña, pero me impresionó tanto que me estremecí.
Los dos guardias de seguridad también temblaban de miedo, ya que normalmente no se vía escenas como esas y rara vez se encontraban con matones tan desesperados.
Al ver que todos estábamos aturdidos, el cliente me dio una patada en el pecho y me gritó: —¡Apártate!
Enseguida me caí al suelo con dolor insoportable en el corazón.
Vio que era incapaz de moverme y volvió a blandir el cuchillo contra Jazmín.
De repente, una sombra negra entró en escena, apartó al cliente de una patada y los guardias de seguridad que trajo detuvieron a ese loco con armas.
—Simón, ayúdame...
El dolor de mi corazón era insoportable y mi respiración se debilitaba mientras gritaba su nombre.
Los ojos de Simón Serrano brillaron de preocupación y, mientras se inclinaba un poco hacia mí, Jazmín, que estaba a mi lado, se cubrió el pecho, extendió el brazo, que sangraba por un rasguño en el suelo, y dijo con una lágrima en los ojos: —¡Simón, me duele el brazo y el pecho!
Me estaba poniendo cada vez más pálida y me costaba respirar.
Le tendí la mano con impotencia, rogándole que me salvara.
A Simón se le tensó la expresión cuando nos vio tender la mano al mismo tiempo.
Frunció el entrecejo y me dirigió su gesto.
Al segundo siguiente, mi mano fue apartada por una manotazo.
—Jazmín no se equivocó, realmente compites con ella en todo momento, ¿crees que me voy a creer tus trucos como todo el mundo?
Sacudí la cabeza, pero con el corazón doliendo fuertemente, no pude pronunciar palabra.
Simón me miró fríamente, luego se agachó tiernamente para levantar a Jazmín, y me habló despectivamente:
—¡Rosa, levántate y deja de fingir que estás enferma! ¡Que el karma puede castigarte por mentir! Tú eres la que siempre provocó el sufrimiento de Jazmín, pues bien, yo expiaré tus pecados.
—Te encargas de lidiar con el cliente ese. Jazmín tiene cardiopatía congénita y necesito llevarla al hospital de inmediato.
Se me cortó la respiración y sentí como si una gran mano me hubiera arrancado el corazón cruelmente y luego lo hizo pedazos...
¿Expiar mis pecados?
¿Qué pecados tenía?
Su madre era mi cuidadora, y la abandonó en mi casa tras dar la luz, pues era una madre soltera.
Mis padres la adoptaron y la trataron como si fuera su hija biológica.
Y yo nunca me metí con ella.
Desde niña, como mi salud siempre fue débil y mis padres me daban más favoritismo, así que la toleraba sin límites, como si quisiera compesarla...
¿Cardiopatía congénita?
En realidad, era yo quien tenía una cardiopatía congénita...
Para ser honesta, mi baja autoestima me impidió hablarle sinceramente de mi enfermedad...
Tenía miedo de que me menospreciara por eso.
Se me nubló la vista mientras veía cómo Simón se llevaba a Jazmín en brazos...
«Simón, ojalá me hubieras elegido a mí...
Simón, si apareces delante de mí inmediatamente...
Perdono todo y seguiremos tan felices como antes».
Desafotunadamente, no volví a verle antes de morir.