Cuando llegó el día de la fiesta, y Richard miró a Carolina bajar la escalera, la observó con ojos enamorados, su esposa era la mujer más hermosa que vieron sus ojos, no había comparación, porque Richard la amaba con locura, sonrió
—¡Te ves tan hermosa!
Ella se ruborizó y sintió como estrechaba su cintura y besaba sus labios color carmín
—Tú te ves como un príncipe, pero ahora, señor guapo, debemos irnos a por los demás Steele, nos esperan —dijo con voz dulce
Él asintió y la tomó de la mano para irse.
Fred estaba listo desde hace tiempo, y solo esperaba a su madre y a Sarah, cuando, Rachel y Marian bajaron listas para irse, caminaron para ir al auto
—¡Sarah que no baja! Iré por ella —sentenció enfadado
—Tenle paciencia, Fred, no seas injusto, es su primera fiesta con la familia —sentenció Marian y Fred cayó en cuenta de que la abuela tenía razón, decidió esperar a que ella bajara.
Cuando Carolina y Richard llegaron y entraron a la mansión, Fred vio a Carolina, no pudo apartar sus ojos