KAELA:
Me quedé observando su mano tendida hacia mí mientras su pregunta rebotaba en mi mente. En mi deseo de salvar a mi manada, me había olvidado por completo de que sospechaba de él. ¿Le estaba entregando sin querer los secretos más valiosos que había guardado mi padre? Me levanté del sillón sin tomar su mano, notando cómo su rostro se ensombrecía ante mi rechazo.
La incertidumbre se arremolinaba en mi interior como una tormenta sin tregua. ¿Estaba tomando la decisión correcta al mostrarle los secretos encerrados en la biblioteca? Mi padre había consagrado su vida a proteger nuestro linaje y las reliquias que resguardaban la magia de nuestros ancestros. Sin embargo, ante la mirada sincera de Kaesar, me sentí vacilar.—Kaela, no lo hagas —me advirtió mi loba Laila—. No le enseñes todos los secretos de nuestra manada, no todav&iac