KAESAR:
Mi mirada se cruzó con la de varios miembros de ambas manadas. Conocía a la perfección a los míos, pero también podía ver el potencial en los Colmillos Reales. Eran fuertes, orgullosos, dignos seguidores de Kaela.
—¡Todos, mantengan la calma! No estamos aquí para pelear contra ellos —declaré, alzando las manos en señal de paz—. Somos lobos reales, no bestias salvajes que se dejan llevar por el miedo y la desconfianza. Kaela me miró sorprendida cuando tomé su mano, pero no se resistió. Podía sentir el poder fluyendo entre nosotros, esa conexión ancestral que ninguna desconfianza podía romper. Nuestros lobos lo sabían, lo sentían en sus huesos: éramos los últimos de nuestra estirpe, destinados a estar juntos. A mi señal dejamos salir a nuestros lobos. Cuando nues