KAELA:
Había dormido toda mi vida sola; me encantaba hacerlo. Tener la cama solo para mí me fascinaba, pero al dormir abrazada al cuerpo de Kaesar —caliente, fuerte, viril—, sintiendo sus fuertes brazos rodeando mi cuerpo y su respiración acompasada, no me podía imaginar volver a hacerlo sin él. Lo observé con incredulidad; era apuesto. A pesar de haber crecido, su rostro seguía siendo el mismo que recordaba de niños. Acomodé su cabello lejos de su cara con delicadeza para no despertarlo.
Sonreí al recordar todo lo que me había hecho la noche anterior. Recordaba su rostro cuando me levanté sin ropa para ir al baño; me miraba con verdadera complacencia y admiración. Luego, corrió detrás de mí igual que yo, desnudo. Y lo