140. LA SOMBRA DE ARTEMIA
RUFÉN:
Había escapado de las garras de mi sobrino y estaba seguro de que no tendría una segunda oportunidad si volvían a encontrarme. Tenía que huir o hacerme tan fuerte que pudiera vencer a dos Alfas Reales. Me escondí de nuevo en los túneles que comunicaban la manada de Kaesar y los Arteones. Pero debía salir a la superficie y convencer a Artemia de que se uniera a mí en su contra.
El aire en la entrada del túnel era pesado, cargado del hedor a tierra húmeda y musgo viejo. Avancé con cautela, sosteniendo la respiración mientras los sonidos de la superficie se mezclaban entre los ecos del subterráneo. Mi pecho se comprimía por una mezcla de ansiedad y rabia. Artemia… ella no. No podía haber caído tan bajo.
Subí las escaleras desgastadas que conectaban el túnel con el bosque, mis pensamientos retumbando en mi cabeza como un tambor de guerra. Había sido demasiado lento, demasiado precavido. Quizás mi miedo a enfrentarlo directamente me había condenado a perder lo que más necesitaba