KAESAR:
Nos levantamos de un salto y comenzamos a vestirnos apresuradamente. Las manos de mi Luna temblaban tanto que no podía abotonarse la blusa. Se las tomé y la detuve, haciendo que me mirara. Escuchaba claramente sus pensamientos sintiéndose culpable.
—No eres culpable de nada, mi Luna —aseguré, viendo cómo asentía con los ojos llenos de lágrimas—. Kaela, mírame, tienes que volverte fuerte. Cosas como esta ocurrirán cada día de tu vida; no podemos salvar a todos. —Lo sé, mi Alfa, pero los dejé solos en la manada con la promesa de que iba a volver enseguida y... —se detuvo para ponerse sus gruesas botas—. Vamos a ver qué sucede para que me llame así. —Espera, nunca hagas eso. No puedes salir emocionalmente sin pensar fríamente primero —la detuve de inmediato—. Somos los AlfaKAELA:Mientras era arrastrada una vez más, como el día en que llegué y vi morir a mi padre por los traidores que nos atacaron, veía cómo ahora hacían lo mismo con Kaesar. Aunque se había convertido en su lobo Kian, seguía siendo apuñalado una y otra vez hasta caer ensangrentado e inerte en la nieve. Todo por no escucharle. —¡NOOOOO! —grité con todas mis fuerzas ante la risa burlona de Arteón, que ordenaba que acabaran con él—. ¡Juro que me las pagarás, no creas que has ganado! —Ya lo hice, princesa. No debiste resistirte aquel día en el bosque; ahora mi primo no habría muerto, ni toda su manada —me dijo con una sonrisa triunfadora. —¿Qué quieres decir con toda su manada? —pregunté con incredulidad, recordando que solo habíamos puesto a salvo
KAELA:Laila se quedó en silencio; podía sentir que estaba rebuscando en todo lo que conocíamos sobre los Alfas Reales y lo que nos había enseñado nuestro papá, hasta que la escuché revolverse inquieta antes de contestar. —Nadie puede eliminarla —Laila se detuvo un momento—. La marca de un Alfa Real es definitiva, pero... —su voz tembló ligeramente— si intenta marcarnos, el dolor será insoportable. Nuestro cuerpo rechazará la nueva marca como un veneno. Enfermaremos casi hasta morir cada vez que lo intenten; será una gran tortura, Kaela. Me estremecí al escuchar su respuesta. Los guardias seguían arrastrándome por el bosque nevado, y podía sentir cómo la distancia con Kaesar comenzaba a afectarme físicamente. Pero al menos estaba vivo, eso era lo importante; sin importar dónde me llevara
KAESAR:Me puse de pie de un salto, decidido a ir por mi Luna; sin embargo, con la misma velocidad que me había levantado, caí. Mi cuerpo parecía estar ardiendo por dentro, mis músculos se contrajeron dolorosamente, grité con todas mis fuerzas hasta perder el conocimiento. No sé cuánto tiempo estuve así. Cuando desperté, sentí a mi Beta, Otar, a mi lado respirando con dificultad. —Mi Alfa, despierta y toma un poco de agua —me llamaba mientras acercaba un vaso a mis labios, que se sentían muy resecos. Apenas podía ver, y todo me daba vueltas—. Tienes que intentarlo, mi Alfa, para que te recuperes. —Otar, ¿cuántos días he estado así? —logré preguntar. —Más de dos semanas. ¿Qué sucedió, mi Alfa? ¿Quién te hizo esto? —pregunt
KAELA:No sabía cuánto tiempo había estado inconsciente. Cuando desperté, me encontraba desnuda sobre una enorme piedra, cubierta de hierbas y olores insoportables. Figuras oscuras me rodeaban, pero no lograba verlas con claridad. La marca en mi cuello pulsaba dolorosamente, mientras sentía a mi loba Laila esforzándose por mantenernos vivas.—¿Qué sucede, Laila? —pregunté, manteniéndome inmóvil para que no se dieran cuenta de que había recobrado la conciencia.—Los brujos han intentado de todo para debilitar la marca de Kian, pero han fallado. No los he dejado, —me respondió enseguida—. Gracias al cielo que despertaste. Estoy agotada, Kaela. Hemos estado aquí una semana y es lo mismo.—¿Y Arteón me...? —me detuve, sin querer decirlo, pero no hacía falta con Laila; ella escuchaba todo lo que pensab
ARTEA:Miraba a la hija del alfa Ridel muerta en la mesa ceremonial de los brujos y no podía creerlo. Tantos años de espera habían resultado en esto. Primero, mi padre eliminó a su Luna para que yo me convirtiera en su mujer. Sin embargo, aunque me dejó vivir en su casa, jamás me tocó ni me permitió entrar en su habitación ni en la de su hija. Por eso, papá, que era el artífice detrás de ese plan obsesionado con obtener un heredero Alfa Real, me ordenó quedarme y criar a mi hijo Arteón a su lado para casarlo con Kaela. Pero Ridel la envió lejos, donde nadie pudo encontrarla jamás, a pesar de que la buscamos, y cuando regresó, lo eliminamos ese mismo día. Intentaron hacerle creer que había sido el Alfa Kaesar. Ridel alcanzó a decirle a su hija que era una Alfa Real y pareja destinada de mi sobrino. Aunque estuvo de sirvienta de mi he
OTAR:Caminaba por el bosque, habiendo cazado un pequeño ciervo y dos conejos, lo suficiente para alimentar a mi Alfa, cuando unos aullidos llegaron a mis oídos. Me detuve para prestar atención y comprender lo que estaban diciendo. No lo podía creer: ¡estaban anunciando la muerte de los dos últimos Alfas Reales! Las voces de todos los lobos de las diferentes manadas lo celebraban. Corrí lo más que pude hasta llegar a la cueva, borrando mis huellas. Al entrar, vi a mi Alfa transformado en su lobo, Kian. —¡Eso no puede ser verdad, Otar! No esperaré un segundo más, voy a recuperar a mi Luna —dijo, con los ojos rojos y llenos de un gran miedo. —Está bien, mi Alfa, pero primero coma toda esta carne. Luego nos iremos a buscarla —le respondí, soltando todo a sus pies—. ¿Siente un gran dolor en el pecho? —No, me siento mejor y la marca también me ha dejado de doler —contestó sin dejar de pasear de un lado a otro, hasta detenerse frente a mí—. Y ahora sabemos por
KAESAR:Mi corazón dolía solo al imaginar que mi Luna había dejado de existir a manos de mi primo Arteón. Todos estos días, apenas podía mantenerme en pie y sentía el dolor de mi marca, que me decía que ella estaba siendo torturada. Hasta esta mañana, cuando dejé de sentirla y todo dolor desapareció. Ahora, esos aullidos anunciando su muerte hacían que quisiera acabar con todos. Pero no podía hacerlo sin asegurarme de que fuera cierto. Aunque mi manada hubiera desaparecido, la de ella estaba resguardada en ese lugar mágico; debía buscar la manera de hacerlos regresar, se lo debía a mi Luna.Al escuchar la sugerencia de mi Beta, dejé que Kian tomara el control y la buscamos, llamando a nuestra Luna. No nos respondió, pero sí encontramos el lugar exacto: la cueva de las ceremonias de los brujos. La había visitado con mi madre cuando er
KAESAR:Después de colocar la piedra en su lugar, me giré para ver a Otar ante la pregunta que me había hecho. Tenía a Kaela en sus brazos, y su marca brillaba. La tomé sin contestar; todavía no podía separarme de ella. Tenía que despedirme, llorarla hasta que no me quedara una lágrima más, hasta que todo el dolor que sentía se convirtiera en odio, porque sin mi Luna, no tenía nada más que me sostuviera.Avanzamos en silencio, alejándonos cada vez más de los lobos que nos perseguían, hasta llegar a la cueva secreta de mi padre.—La dejaré aquí, Otar, pero déjame acompañar a mi Luna unas noches más. ¿De acuerdo? No te alejes; la estarán buscando por todas partes. Quizás encuentren la entrada al túnel. Por eso, dedícate a bloquear bien esa entrada. La volveremos a utilizar cuando vay