Donkan con su mirada curiosa y su andar vacilante, se unió a ellos, y en cuanto vio el picnic preparado por Adrián, una sonrisa se desplegó en su rostro. Sus ojos brillaron, iluminados por una mezcla de sorpresa y alegría, una respuesta pura ante el esfuerzo de su amiguito.
Ava, con la calidez de su afecto, se agachó frente a él, tomando su manita y dándole un suave apretón.
—¡Mira, Donkan!— dijo Ava, señalando el pequeño festín en el centro de la manta, rodeado de cojines de colores brillantes. —¿Te gusta?
Donkan, con su tono de voz inocente pero lleno de entusiasmo, miró a su alrededor, sus ojos se detuvieron en el oso de peluche con la corona de papel. Se acercó a él, miró a Ava y a Adrián y sonrió con una alegría simple pero genuina.
—¡Sí! ¡Es como un picnic de reyes!— exclamó, saltando en el lugar.
Ava se echó a reír y acarició la cabeza de Donkan con ternura. Sentada en el pasto, observaba a los niños, y algo dentro de ella se removió. La tranquilidad momentánea la envolvía, y p