Ethan giró la llave en la cerradura con más ansiedad de la que recordaba haber sentido en mucho tiempo. La mano que sostenía la llave temblaba ligeramente, no por el frío, sino por la mezcla de emociones que lo asaltaban. Había pasado mucho tiempo desde que no regresaba a casa con Adrián a su lado, y el eco de esa sensación vacía era algo que había aprendido a soportar en su ausencia. Pero ahora todo era diferente. El regreso de su hijo, esa pequeña victoria contra el caos de su vida, lo llenaba de una profunda satisfacción.
Adrián, todavía mojado por el sudor de la huida y el frío de la mañana, se aferró a su mano mientras su padre abría la puerta. A pesar de su cansancio, el brillo en sus ojos era evidente. Cada paso que daban juntos, hacia el interior de esa casa que siempre había sido su refugio, era un paso hacia la normalidad, hacia algo que, aunque había estado lejos durante mucho tiempo, parecía estar al alcance de la mano.
El aire dentro de la casa estaba impregnado de calid