...
Sentí sus caricias sobre mi cuero cabelludo y sus suaves manos recorrer mi brazo con un toque de maternidad mientras yo lloraba por primera vez sobre su regazo.
—Ya, nena, todo pasará.
—¿Por qué tengo que soportar esto? —Me acurruqué más entre sus brazos—. Solo falta que me orine un perro para que mi desgracia esté completa.
—¡Dios...! —Alex entró al apartamento de Deyna con movimientos apresurados y la respiración entrecortada—. Traje helado y muchos chocolates. —Alzó las manos y caminó hacia nosotros—. ¿Por qué mierda vives en el 8.º piso y el ascensor no sirve? —Se quejó mirando a Deyna.
—Ya, ya, no te quejes, solo trae eso para que Jia pueda desahogarse mejor.
Me incliné para poder sentarme sobre el sofá y tomar el bote de helado para empezar a comerlo.
—¿Por qué no te distraes?... —sugirió Alex al verme tan mal, aún llorando mientras metía una gran cantidad de helado en mi boca.
—¿Cómo...? —Lo miré atenta y tragué.
—Tal vez... —Se encogió de hombros—. Digo, tal vez... necesit