Capítulo 2

No tenía ánimo de charlar con la nueva familia de mi padre y mucho menos entablar alguna relación con ellos, era mejor dejar en claro que no eran de mi agrado, ni Reina ni el odioso de su hijo.

—Te hemos preparado una cena de bienvenida. —Reina sonrió entusiasta. No entendía su insistencia, ¿acaso su mala cara no le decía nada?

Miré a mi padre de forma seria, él debía de saber que no estaba buscando socializar con su nueva familia y que la única razón de que estuviera ahí era porque estaba obligada a hacerlo. 

Eso era mucho más de lo que era capaz de soportar y si seguía un minuto más enfrente de esa mujer, le diría todo lo que se merecía por haber hecho sufrir a mi madre. Así que era mejor retener mis pensamientos e irme de ahí. Era por el bien de todos.

Mi padre la miró y negó cabizbajo. Al menos él lo entendía y ella por fin lo entendió también.

—Porque no acompañas a Jia a su recámara, Jackson. —Mi padre dijo con una gran sonrisa.

Él creía que su nuevo hijo y yo, al conocernos, nos llevábamos bien. Rei internamente, porque no había nada más lejos de la realidad. No importaba, resistiría hasta terminar la universidad.

Se lo había prometido a mi mamá, si es que no podía recuperar mi custodia, era sólo por eso que soportaría ese infierno y después me largaria de ahí. 

Caminé delante de Jackson, no me despedí de nadie, sin embargo, podía sentir su mirada en mi espalda y lo más probablemente en mi trasero. Todos los hombres eran así de hormonales y Jackson no se quedaba atrás. Nada nuevo al parecer. Cuando llegué a la planta alta de la casa lo miré de reojo solo para confirmar lo que ya sabía. 

No sabía donde se encontraba mi habitación, así que lo esperé con impaciencia, al notar los lentos pasos que daba y me dijera donde era.

—¡¿Qué miras, idiota?! —le reclamé con enfado.

Jackson soltó una risita y desvió la mirada con soberbia, como si yo estuviera exagerando, era un idiota definitivamente. 

Suspiré frustrada ante la actitud de Jackson. No necesitaba más razones para confirmar que no lo soportaría ni un minuto más de lo necesario.

—¿Qué esperas? —le espeté, cruzando los brazos sobre el pecho.

Jackson levantó una ceja con arrogancia antes de responder con una sonrisa burlona.

—Solo estaba admirando la arquitectura de esta casa. Es bastante impresionante, ¿no crees?

Su respuesta me sacó de quicio. ¿Realmente creía que podía engañarme con esa ridícula excusa?

—No me hagas perder más tiempo. ¿Dónde está mi habitación? —insistí, sin darle oportunidad para más tonterías.

Jackson finalmente señaló una puerta al final del pasillo y, con un gesto de indiferencia, se dio media vuelta para marcharse.

—Ahí está. Espero que te sientas cómoda en tu nueva morada —dijo con sarcasmo antes de desaparecer por las escaleras.

Rodé los ojos ante su actitud despectiva, había terminado con mi paciencia. 

—Mira niño de mami, no te agrado, no me agradas...

Se cruzó de brazos y soltó una sonrisa ladina que detestaba, pero al menos estaba escuchando.

—Eso está más que claro —concordó asintiendo.

—Al menos nos entendemos, así qué no me hables ni mucho menos me mires. ¿Entiendes? —Lo señalé con el dedo mirándole más seria—. Y ni creas que te trataré distinto en frente de mi padre, solo porque eres el hijo de esa señora.

Jackson rio y empezó a caminar pasándome de largo. Estaba dispuesto a ya no escucharme, pero no sabía lo persistente que era al respecto cuando aún no había terminado de hablar. 

¡Era un idiota!

Me quedé indignada ahí hablando sola y corrí hasta él. No sé iba a escapar, así como si nada.

—¡Hey! Idiota, no me dejes hablando sola... —le dije, pero apenas pronuncié otra palabra, Jackson me tomó de la cara, arrinconándome sobre una de las puertas en el pasillo. Mi primera reacción fue abrir los ojos, alarmada, no me lo esperé.

—Mira primor, voy a dejar las cosas bien en claro. Yo también te detesto, pero a diferencia de ti, no me importa que vivas aquí porque no me interesa, ni siquiera existes para mí. —Jackson me miró disfórico resoplando cada palabra sobre mi rostro, como si se tratara de un animal furioso.

Me quedé sin palabras con mi corazón a mil por hora. Su agarre no me lastimaba, sin embargo, el que estuviera demasiado cerca de mí, era incómodo y más cuando me miraba con sus ojos furiosos.

Pero en lugar de ceder ante su intimidación, dejé que mi propia furia se apoderara de mí. Levanté la barbilla con determinación, desafiando su dominio sobre mí.

—Suelta. —Mi voz salió más firme de lo que esperaba, resonando en el estrecho pasillo.

Jackson me miró con una mezcla de incredulidad y desprecio, pero finalmente, soltó su agarre y retrocedió un paso, liberándome del confinamiento de la puerta. Mi respiración estaba agitada, pero me negué a retroceder.

—No vuelvas a tocarme de esa manera —le advertí, mi tono furioso a pesar del remolino en mi interior. 

Hubo un momento de silencio tenso entre nosotros, antes de que Jackson soltara una risa despectiva.

—Descuida, que no planeo tocarte nunca más, ni si quiera me interesa. 

—¿Soy tan inexistente para ti que jamás has podido quitarme los ojos de encima? —Alcé una ceja, mirándolo de forma retadora. Le había dicho lo que por mucho tiempo callé.

No iba a permitir que me intimidara y sé que tenía razón cuando vi su sorpresa en su rostro. Lo había atrapado infraganti y no podía negarlo ahora.

—¿Crees que nunca me daría cuenta? eres tan obvio. —Solté una sonrisa torcida.

—¿Quién no te ve Jia? —Retomó su postura, preparando su ataque, podían intuirlo. Iba conociendo más a su querido hermanastro—. Eres alguien para pasar el rato, una buena follada y adiós, todo mundo en la universidad sabe eso.

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