—Tienes que irte con tu padre. —Mi madre dijo con una gran tristeza.
Abrí los ojos como plato y negué apenas las palabras llegaron a mis oídos. No podía creer que un juez le hubiera dado la custodia a mi padre en lugar de a mi madre. —Pero… ¿Por qué no me puedo quedar contigo? —Necesitaba saber la respuesta. No era que mi padre fuera alguien que me tratara mal, pero desde que me había enterado de su infidelidad, el rencor que sentía hacia él era muy fuerte y no toleraba ni verlo. —Según el psicólogo, no soy acta para estar a tu cargo… Solté unas lágrimas. Miraba la escena más desgarradora que alguna vez pude presenciar. Mi padre palpó mi hombro, como signo de apoyo, pero sí él en verdad quisiera apoyarme, no hubiera destruido a esta familia desde un principio, ni tampoco se hubiera metido con otra mujer.Mi boca estaba llena de muchas palabras, quería incluso maldecirlo, pero me tragué las ganas de hacerlo. Que mis padres estuvieran discutiendo no era nuevo para mí, pero que esa discusión fuera a causa de mi custodia era diferente.
Entonces, en medio del caos emocional, mi mente se convirtió en un torbellino de pensamientos. ¿Cómo podría aceptar vivir con un padre al que apenas podía soportar? ¿Qué pasaría con mi madre, quien había sido mi roca durante todos estos años de tensiones familiares?
Con el corazón pesado, me levanté de mi silla y me dirigí hacia la ventana, buscando desesperadamente un atisbo de consuelo en el paisaje exterior. Pero todo lo que veía era un mundo distorsionado por la amargura y la decepción. ¿Cómo podría encontrar mi lugar en un lugar tan desgarrado? Mi madre se acercó a mí con ojos llenos de angustia, extendiendo una mano hacia mi hombro tembloroso.—Hija, esto no es lo que quería para ti. Pero tenemos que aceptar la decisión del juez por ahora. Te prometo que encontraré la manera de estar cerca, de seguir siendo parte de tu vida.
Sus palabras me ofrecieron un rayo de esperanza en medio de la oscuridad. Pero primero, tendría que enfrentar el desafío de vivir bajo el mismo techo que mi padre, y la mujer que era su amante.Tenía diecinueve años, pero aun así alguien se tenía que hacer cargo de los gastos de mi universidad. No era fácil, porque hubiera preferido tal vez trabajar y ahorrarme todo esto, sin embargo, no lo hice así.
Pensé que las cosas saldrían a mi favor, se supone que las leyes actúan más en contra de la madre, lamentablemente no fue así y mi mamá tuvo que llorar sin consuelo cuando salí de la casa que por tantos años había sido mí hogar.
No quería dejarla, ahora solo me tenía a mí, pero nada de eso le importó a Arturo, mi padre, y así fue como me llevó a vivir con él y con la que ahora fuera su esposa. La culpable de que ellos se hubieran divorciado, la que se metió entre su matrimonio y no sabían cuánto la odiaba. La casa que había comprado para ella era mucho más grande que la que ocupaba con mamá, hasta en eso le había ganado y la furia no podía más conmigo.
Apenas entre al lugar, Reina me recibió con un abrazo alegre. No pudo estar más fuera de lugar. ¿Qué se creía?
Le devolví el abrazo con frialdad, preguntándome si era posible que no percibiera la tensión en el aire, si no entendía cuánto resentimiento albergaba hacia ella. Era difícil contener la rabia que bullía dentro de mí, pero por el momento, decidí guardar silencio y seguir adelante, aunque cada paso dentro de esa casa se sentía como una traición a mi madre.
Ella estaba feliz de verme ahí, no podía decir lo mismo. Quería acabar rápido con esto y encerrarme en la que ahora sería mi habitación, por lo que me restara de vida. No tenía el ánimo de nada y menos de conocerla, no pensábamos igual.Pero sí aun mi desconcierto no fuera poco, me di cuenta de que detrás de ella se encontraba un chico, que inmediatamente supuse que era su hijo, quien escuché nombrar a mi padre en el camino para acá y en como esperaba que nos lleváramos bien. Me reí por dentro, eso no iba a pasar.
Era alguien que no conocía ni me interesaba conocer hasta que lo reconocí y maldije en mis adentros, porque solo eso me faltaba que me pasara.
¡¿Jackson Donovan?!
¡Mierda!
Fue lo primero que pensé al verlo. Esto tenía que ser una broma.
Él era amigo del idiota de mi ex, el cual había roto conmigo unos días después de que mis padres se divorciaran. Si las posibilidades de que él y yo nos lleváramos bien eran nulas, en cuanto supe de quien se trataba, se volvieron inexistentes.
¿A caso el universo había conspirado en mi contra para que ahora me topara con el idiota de su amigo? Él levantó una ceja, curioso cuando me vio. Claramente también me reconoció. Para ambos era una sorpresa vernos allí y más sabiendo que de hoy en adelante tendríamos que vivir en la misma casa. Sería una tortura, no, más que eso, una maldita pesadilla.
Jackson y yo intercambiamos miradas cargadas de resentimiento y sorpresa. No había olvidado cómo me había tratado su amigo y estaba segura de que él tampoco había olvidado cómo lo había mandado al diablo en más de una ocasión.
Reina, ajena a la tensión entre nosotros, continuaba con su charla animada, sin darse cuenta de que estaba metiendo a dos enemigos declarados bajo el mismo techo. Me esforcé por mantener la compostura, pero por dentro, mi furia crecía con cada palabra que salía de su boca. Finalmente, Jackson rompió el incómodo silencio.—Que sorpresa… —murmuró con una sonrisa irónica, como si estuviera disfrutando de la situación.
Asentí con la mandíbula tensa, sin apartar la mirada de él. No iba seguirle el juego, no iba a permitir que pensara que me intimidaba. Aunque por dentro, mi mente estaba trabajando a toda velocidad, tratando de encontrar una forma de lidiar con esto.
Entorné los ojos sin que me vieran, al menos me cuidaría de mi padre y al regresar la mirada le sonreí falsamente. Era mi mejor actuación. No lo soportaba, eso ya había quedado claro para él.
—¡Jackson, que sorpresa! —dije con falso entusiasmo. La verdad era que no quería ni verlo, todo me recordaba a su idiota amigo.
—¿Se conocen? —Mi padre preguntó fascinado al notar que se iba a ahorrar las presentaciones y la verdad es que yo igual. Aunque al parecer él, no entendía la diferencia de conocernos a ya ser super amigos.
—Jia y yo vamos a la misma Universidad. —Jackson caminó hacia su madre, escudriñándome con la mirada. Y pude sentir su lesividad en ella.
Arturo se llevó la mano a la frente haciendo ademán de "Oh es verdad." Al parecer a mi querido padre se le había olvidado incluso a donde estudiaba.
—¿Puedo ir a mi habitación? —pregunté impaciente. Era demasiado para un día. Incluso mi padre debía darme las gracias de no haber dicho algo que incomodara a todos ahí. Era casi mi especialidad, pero prefería esperar un poco más, ya llegaría mi venganza.