71. Soy tuya por siempre.
Mantuvo el chorro de agua directo en la zona más sensible de la feminidad de su esposa mientras sus caderas bajaban y subían al mismo ritmo en que ella lo hacía, en que se dejaba caer en busca de más, y él le daría más. Él necesitaba más porque jamás tenía suficiente de su cuerpo.
El placer que estaba experimentando en ese momento era brutal; con el embarazo, se encontraba mucho más sensible y Amir lo sabía y se aprovechaba de eso para hacerla gemir.
— Mi amado y tramposo esposo — jadeó ella con la voz afectada, rotando sus caderas subiendo y bajando, aferrada a sus hombros.
Sus ojos se encontraban cerrados y aún así ella podía imaginar el rostro de él en esos momentos, disfrutando de su cuerpo de la misma manera que lo hacía ella.
— Mía... Eres mía por fin.
No podía más, necesitaba hacerlo a su manera. Soltó la ducha y llevó las dos manos a sus redondeadas nalgas para alzarse con ella y llevarla hasta el borde del jacuzzi sin salirse de su interior, reposando su trasero ahí solo para