41. ¿Estás insinuando que yo la he secuestrado?
En el lujoso despacho de Asad, las sombras danzaban entre los pesados cortinajes mientras la luz de las lámparas iluminaba apenas los rostros tensos de Amir y su padre.
Asad, con su semblante imperturbable, observaba a su hijo con desdén.
— Amir, qué sorpresa verte aquí. ¿Cómo te atreves a poner un pie en mi casa después de lo que has hecho? —espetó con furia.
Amir, en pie frente a él, mantuvo la compostura a pesar del vendaval de emociones que lo azotaba por dentro, si él hubiera estado en la casa nadie se habría atrevido a tocar a Irina, a pesar de que parecía que mantenía las distancias sabía dónde estaba todo el tiempo no podía evitar vigilarla.
— No tengo tiempo para tus acusaciones, Asad. Irina ha sido secuestrada, y estoy aquí para descubrir quién está detrás de esto —respondió sin acobardarse por la forma en que su padre lo estaba enfrentando.
El rostro de Asad se contrajo en una mueca de incredulidad.
— ¿Cómo te atreves a venir a mi casa y acusarme de algo tan vil? ¿Crees que