El rostro de Alejandro se enfrió y su mirada se clavó en ella con pétrea frialdad.
Una sola mirada hizo palpitar el corazón de Bella.
Se hizo el silencio durante unos segundos.
Alejandro se acercó y le dio unas palmaditas en la mano a Bella, su voz significativamente escalofriante:
—Fuera, eres la anfitriona, ¿cómo puedes no aparecer?
Lanzó una mirada a Susana, que estaba en el suelo llena de esperanza, sin rastro de calor:
—Date la vuelta y que venga el médico y sabremos si es el bebé de la familia López.
Los ojos de Susana se pusieron rígidos antes de que pudiera relajarse.
Alejandro siguió siendo escéptico.
Bella fulminó a Susana con la mirada antes de marcharse, su mente ansiaba descargarse con la puta.
¿Cómo se atrevió a contar con ella?
En cuanto la gente se fue, a Susana se le saltaron las lágrimas y miró a Juan miserablemente, sollozando:
—Juan, la tía no nos deja solos a Pedro y a mí, ¿y ahora qué hago?
La mirada oscura y profunda de Juan se posó en su rostro durante varios se