Capítulo 427
Juan se quedó pensativo; sabía que Estela no decía la verdad.

«Ya que ella no dice la verdad, naturalmente yo no voy a ser su cómplice.»

Resopló despreocupado: —¿En qué puedo ayudarte?

Estela sintió esperanza en su corazón, —¿Puedes hacerla desaparecer de alguna manera?

Juan se desencajó, sus brazos agarrando el volante se tensaron, las venas se abultaron.

Estela lo intentó con cautela, —O crea una oportunidad en la que encontremos su secreto. Así será obediente.

Esta fue la idea que se devanó los sesos para que se le ocurriera.

Con la habilidad de Juan, no era difícil hacer ninguna de las dos cosas. Lo difícil era convencerle.

Cuando escuchó la primera sugerencia, su cara se desencajó visiblemente. Por eso dijo lo segundo.

Miró a Juan con aprensión y respiró hondo, —Juan, no te haré daño, piénsalo, esta vez ni siquiera dañó al Grupo López, ¿no es muy desmesurada? Las pérdidas del Grupo López deben ser resarcidas por ella, ¡no podemos dejar que se vaya de rositas!

Juan no mos
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