Capítulo 399
Lorena le dirigió una mirada amable y dijo pensativa: —Puedes contestar, yo no haré ruido, por si hay una emergencia...

Mirando a Juan dubitativa, Lorena se levantó: —¿O quieres que me vaya?

«¿Tengo que irme en mi propia casa? ¡Qué hombre maldito! Es él quien debería irse.»

Pero en la superficie seguía siendo considerada y generosa, amable y comprensiva, pero también con un poco de lástima.

Juan miró el corazón no era gusto, no sabía si era molesto o culpable.

Tomó una respiración profunda, quería preguntar, «¿Ella no le importa en absoluto?»

Pero acababan de hacer las paces, no se atrevió a decir nada para estropear el ambiente.

Le acarició suavemente su larga melena, —No, no hace falta que te vayas.

Confirmaron su relación, y no era más que una relación de amantes que no se veían.

Este tipo de relación, naturalmente, no se podía contar, era un secreto entre ellos dos.

Lorena tampoco parecía tener intención de hacerlo público, «De hecho, aún no está divorciada. No será bueno
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