—¿Y tú cómo sabes que es gitana?— preguntó sin salir de su asombro.— Si yo no he dicho nada…Lawrence lo observó sin entender su sorpresa. Aunque, él estaba seguro de haberle oído admitir ese detalle. Entornó los ojos, pensativo, intentando recordar en qué momento lo había dicho. Pero, a lo cierto, Audrey tenía razón. Se encogió de hombros.—¿Qué va? Me lo habrá parecido, entonces…— reconoció apoyando su barbilla sobre la mano que tenía levantada en el escritorio — lo cierto es que si no lo es, se le parece mucho. Digo yo, esa respuesta que te dio y esa forma de irse, así sin más, me recordó a lo que men dai nos decía ¿Recuerdas?«Una gitana no llorará delante de ti, por más que el alma se le rompa en pedazos. Tenemos nuestro orgullo ¿Entiendes, chavoro?»Recordó Audrey y asintió con la cabeza, aunque ese asunto le importaba bien poco. Por no decir que nada en absoluto. Sencillamente, para él, no tenía sentido catalogar a alguien como gi
—Hágala pasar, por favor. Ella ya sabe que aquí siempre será bienvenida.— exclamó Lawrence mientras esbozaba una sonrisa que intentaba disimular la mirada de soslayo que le echó a Audrey.Sabía que él intentaría irse. A fin de cuentas, esas eran las normas sociales. Pero, por nada en el mundo dejaría que lo hiciera. Al fin y al cabo, tarde o temprano, esos dos, se tendrían las caras. Vio como Audrey intentaba levantarse del sillón y comenzaba a farfullar una excusa para irse. Sin miramientos, antes de que siquiera consiguiera levantarse del todo, Lawrence le aventó la bola de papel que parecía haber quedado olvidada. —Tú te quedas, al fin de cuentas, tarde o temprano vas a tener que tratar con mi cuñada Alelí — le adelantó mientras Julieth iba a buscarla.«¿Qué nombre dijo?¿Alelí?»Se preguntó Audrey completamente alarmado al escucharlo. Pero, intentó calmarse y razonar al respecto. A decir verdad, Alelí era un nombre muy comú
Xamara se adentró en el bosque, no sin antes asegurarse de que nadie la había visto ni mucho menos la seguía. En sus manos, llevaba un petate con las plantas medicinales que utilizaba para curar las heridas de magia. Ella tenía mucho trabajo por hacer y debía darse prisa. Pues, si tardaba más de lo acostumbrado, él se enojaría mucho. Mientras caminaba en dirección a su destino, no podía evitar que su mente se le fuera en las tonterías que había dicho su hermana para evitar tener que ir a ver a ese payo idiota que tanto parecía agradar en su familia. «¡Están charlaos!¿Cómo puede ser que un tipo de su calaña sea alguien digno de admiración?¡Si su sola existencia no es otra cosa que una traición! ¿Es qué acaso están ciegos o solo idiotas?» Pensó indignada sin mirar por dónde iba. Bien, lo cierto era que, el hecho de que él fuera mestizo no era algo de lo que horrorizarse. Al fin de cuentas, en su familia también habían mestizos. Pero, est
—¿Ustedes ya lo sabían, verdad?— preguntó Alelí en un murmullo tan tenue que a Lawrence le fue difícil escuchar. Quizás, se estaba torturando así misma y, en realidad, no valía la pena indagar en eso. Pero, necesitaba saberlo. Por alguna razón, estaba buscando cualquier excusa para justificar todo ese rencor que sentía quemando en su interior.Realmente sentía que necesitaba un motivo para odiarlos a todos. Sin embargo, al levantar la cara y atreverse a ver a Lawrence, no pudo sentir más que su propio dolor y la incómoda sensación de hacer pagar los platos rotos a alguien que no tenía la culpa. Vio como Lawrence suspiró haciendo una mueca que no dejaba de demostrar que ese tema lo enfadaba tanto como a ella. A punto estuvo de corregirse, darle las cosas que le había encomendado Roxana e irse con la primer excusa que se le viniera a la mente.Pero él la detuvo, tomándola por la barbilla sin mediar palabra alguna. Levantó la mano en la que lleva
—¡Ay!¡Beltrán! Me haces daño — exclamó Xamara con súplica cuando él la tomó por el cabello.Ese quizás era el único pecado que le podía atribuir a ese brujo. Era agresivo. Cuando menos lo esperabas, él solía tener esas reacciones y más. Pero, tampoco ella podía decir que no se lo justificaba. Al fin de cuentas, nadie era perfecto. Además, un hombre como él tenía que imponer respeto. De ser necesario, usar la fuerza para meter en vereda a quien fuera. Como a su hermana, Lorette, que era una mocosa caprichosa y engreída. A esa le hacía falta un hombre como Beltrán para que la hiciera madurar. Por eso, Xamara, sabía que él era la mejor opción de marido para cualquier buena gitana que se precie. Por eso, también sabía que no tenía derecho a molestarse por ese golpe en la espalda que él le acababa de dar. Porque ella era una tonta y se lo merecía. —¿Qué dijiste qué, imbécil?— preguntó Beltrán mientras la tiraba sobre el suelo del carromato y le ponía el pie sobre el estómago —¿Estás seg
—¿Estás seguro que yo también tengo que ir, Lawrence?— indagó Audrey por enésima vez en lo que iban de viaje.Lawrence lo observó desdeñoso y volvió su atención a Tomás que se encontraba jugando en su regazo. No pensaba responderle y eso solo porque no creía correcto que, delante de su sobrino, él dijera la mitad de lo que se le venía a la mente.De todas formas, no hizo falta. A Lilly también se le estaba acabando la paciencia y por eso, fue ella quien tomó la palabra.—¿Acaso no somos hermanos de la misma madre?¿Eh?— increpó cruzándose de brazos — Que yo sepa, sí y esa madre nuestra tenía una hermana. Lo cual, ella sería nuestra tía. De modo que, si nuestra tía cumple años, nuestra obligación de sobrinos es ir a saludarla. Por ende… a menos que haya algún truco que no me sepa y tú solo seas gemelo de Lawrence por parte de padre, también debes ir ¿Quedó claro, hermanito?Al escucharla, Lawrence se tuvo que morder el labio inferior para poder reprimir una carcajada de orgullo hacia su
El sol del atardecer daba sus últimos rayos cuando Brishen por fin había llegado al pequeño bosque que circundaba la granja donde tendría paso aquella celebración. Distraído, se preguntó porqué, Roxana lo había mandado a llamar con tanta urgencia. No era para menos, por mucho aprecio que le tuviera y por más que hubiera sido su maestra en la vida y en las mancias gitanas, él, no era nada de ella. Ni siquiera su ahijado, que de esos tenía muchos y por toda Inglaterra. «A menos que sea para encargarme algún trabajo que voy a odiar… Ni siquiera tiene sentido que vaya allí cuando estarán sus sobrinos mestizos…»Pensó sin perder de vista por dónde caminaba. Todo ese asunto de la celebración le daba muy mala espina. Cuando Iago, uno de los hijos del hermano menor de Roxana, lo fue a buscar a la otra punta de la ciudad para avisarle de que lo esperaban en ese cumpleaños, un olor extraño invadió su nariz.Él también tenía dones, como los de Roxana y ese sobrino de nombre payo que en ese mom
La granja bullía de vida. La gente charlaba con buen ánimo, los niños correteaban por todos lados y ya había unos guitarristas, en torno a los hogueras, tocando algunas canciones. —¡Ah, vale! — exclamó Lawrence sin salir del asombro —¿Acaso teníamos familia numerosa y ni enterados?Lorette rio entre dientes y volvió la vista hacia atrás, donde se encontraban Lilly y Audrey sin saber qué se esperaba que hicieran ellos. Tomó la mano de Tomás, quien de solo ver a los niños corretear ya comenzaba a impacientarse. —En realidad no…— explicó mientras se adelantaba unos pasos — … no solo están tus tíos y algunos primos. También se ve que vinieron muchos ahijados de tu tía, junto con sus familias… ¡Oh! Mira, allí está mi batu.Dicho esto, sin esperar respuesta de nadie, Lorette comenzó a correr con Tomás de la mano, dejándolos a todos atrás. Lawrence no pudo evitar reír, volvía a ver a esa misma mujer que había conocido el día que habían ido al campamento. Se encogió de hombros, lo cierto