—¿Y yo por qué tengo que ir, batí?— quiso saber Alelí haciendo morrillos caprichosos —¡Digo!¡No es como si solo tuvieras un ahijado para pedirle que lleve el mensaje a la casa de tu adorado chovopral!
Roxana arqueó una ceja desafiante. Ya se estaba volviendo alarmante el malhumor de su ahijada. No era para menos, las emociones negativas en Alelí duraban lo que un suspiro. Que esta vez, ya pasara de la semana y media, era algo digno de preocupación.
—Pero te lo estoy pidiendo a ti, para que salgas un poco y te distraigas.— argumentó simplemente para luego agregar — Además ¿Cuánto hace que no has visto a tu plañí?¡Ale, niña! Que ya va siendo hora que vayas a ver cómo se encuentra.
Alelí bufó frustrada. Sabía que las intenciones de su madrina eran buenas y que solo la quería mantener ocupada porque simplemente se preocupaba por ella. Pero, necesitaba que lo entendiera de alguna manera: Ella no se encontraba de buen ánimo para hacer visitas sociales a nadie. Menos aun a la casa de su c