Durante todo el trayecto hacia la oficina, Alejandro no pudo evitar pensar por qué su padre quería verlo de repente. ¿Acaso no se habían reunido ya la noche anterior durante la cena? Quizás se trataba de algún asunto relacionado con la empresa.
Desde que Soho Group estaba bajo su dirección, el fundador —su propio padre— había quedado libre de responsabilidades. No porque Alejandro deseara monopolizar lo que su padre había construido con tanto esfuerzo, sino porque, como único hijo de los Herrera, sentía el peso de la obligación sobre sus hombros. Además, no podía permitir que Robby trabajara eternamente. Estaba convencido de que su padre merecía disfrutar de su vejez, viajar con su esposa, recorrer ciudades, o incluso países, solo para pasar el tiempo.
No le importaba. Al contrario, Alejandro disfrutaba del mundo de los negocios, del ritmo del trabajo y las decisiones. No era uno de esos herederos que asumían el mando por compromiso. No. Él había puesto todo su empeño en hacer de Soho