—Sofi, asegúrate de que Camila descanse —ordenó Leo sin apartar la vista de su musa—. Si vuelve a enfermarse, me avisas de inmediato. Eres quien más tiempo pasa con ella, ¿verdad?

—Sí, Miss —respondió Sofi con voz queda, evitando prolongar la conversación. Sabía que cualquier palabra de más podría volverse en su contra. Se apresuró a recoger las pertenencias de Camila, cuidando de no olvidar nada.

Camila ya iba tras Leo, liderando la salida del estudio. Sabía que su decisión era acertada. Solo serían dos días sin sesiones, y Sofi podría reajustar la agenda más tarde. Mejor eso que presentarse desconcentrada y estropear todo. Su reputación como modelo estrella estaba en juego.

—Ya avisé a Rio para que pasemos por la clínica antes de ir al apartamento —comentó Sofi mientras abría la puerta del coche.

—No hace falta —respondió Camila, deteniéndose un segundo—. No necesito ningún médico.

—Pero, Mbak La… —

—He dicho que no. Yo sé lo que necesito —la interrumpió con firmeza—. Encarga una piz