••Narra Derek•• ¿Dónde estaba esa mujer? ¿Dónde me faltaba buscar? ―Tampoco está en el apartamento, señor Fisher ―habló mi empleado. ―Pues sigue buscando ―ordené con ira. Sabía que no estaba ahí. Ya no tiene la llave de ese lugar destartalado y según el casero, está deshabitado. Tampoco está en su antiguo trabajo, ni en casa de Kira. O al menos, ella niega que esté ahí. Pero es su mejor amiga, tendría sentido que la escondiera. Erika no tiene los medios para esconderse de mí, pero la familia de Kira si. Es mejor que no tengan nada que ver, porque me aseguraré de cortar negocios con su familia y me encargaré que caiga en la ruina. Ellos no tiene ningún derecho de apartarme de mi esposa. ―Encárguense de repartir su fotografía en todas las líneas de autobuses, aeropuertos y embarcaciones que salgan de la ciudad. Ofrezcan una generosa cantidad de dinero por dar con su paradero y prohibirle la salida ―ordené al aire. Uno de los muchos empleados que se encontraban en la casa
••Narra Derek•• Debí hacerlo desde el principio, hubiese sido lo más fácil. Pero una parte ingenua y tonta dentro de mí aún creía que Erika sería capaz de amarme. Pero alguien tan correcta y bondadosa nunca se enamoraría de mí. Sin contar, que no quería verla destruida en un juicio. Me destruiría el corazón verla en esa situación, convertirla en una escoria. Pero tenía que hacerlo.Salí de la casa y me subí a la parte trasera del coche. ―¡Conduzca más rápido!Solté una maldición cuando nos detuvimos de golpe. ―¿Qué carajos te pasa? ―grité. ―Señor, esa es… ―El conductor no pudo terminar la oración, en su lugar, señaló al frente. Seguí su mirada. Y ahí estaba. Las luces del coche la alumbraban, haciéndola parecer más pálida. Estaba caminando en nuestra dirección. El cabello estaba desordenado, cubriéndole el rostro, su blusa estaba exhibiendo el sostén y los senos. Los pasos eran descoordinados, se iba de lado constantemente. No podía verle la cara con claridad debido a la
••Narra Derek•• El doctor continuaba con ella y yo no podía verla. Era su esposo y fui corrido de la habitación. Caminé en círculos en la solitaria sala de espera y me di cuenta que no tenía a nadie con quién compartir mis preocupaciones. Ni siquiera estaba mi asistente porque lo había despedido por traidor. No tenía con quien compartir la culpa que sentía. Mis acciones hacía Erika han sido desastrosas. Quería vengarme, pero también quería que me amara. Y lo único que logré es que me tuviese miedo. “Derek, ya son más de las nueve” Yo sabía lo que quería decir. No estaba informándome la hora, mucho menos estaba preocupada por llegar a mí lado porque se sentía segura conmigo. Vino caminando, desorientada, a través de la carretera y a nada de colapsar con la intención de llegar a tiempo. Con la esperanza que no la demandará. No le preocupaba el estado de su cuerpo, lo único que quería evitar era que yo la convirtiera en un deudor y ella sabía que yo estaba esperando la
••Narra Erika•• El brazo… Dios, dolía demasiado, ardía. Era insoportable. Derek no me dijo nada, se negó a darme la hora. No me ha dicho nada por el anillo, ¿no sé había dado cuenta? ¿Yo misma me expuse? Un doctor entró en la habitación. Arrugué la frente, recorriendo la habitación. No me había percatado que estaba en una habitación de hospital. Y mi brazo izquierdo estaba vendado hasta el codo. Recordé los espantosos sonidos que emitía mi dedo cuando lo movía para poder escapar. Un escalofrío recorrió mi columna. Logré escapar del señor Martín y caí en los brazos de Derek. Cambié una celda por una jaula. Por más que mi cuerpo se estuviese desgarrando de afuera hacía dentro, no me importaba. Necesitaba saber mi condena, necesitaba saber los números fijos a los que había subido mi deuda. ―Señora Erika ―Una voz se escuchaba a la lejanía, pero no era capaz de saber de quien provenía porque estaba ocupada viendo a Derek, esperando que marcara mi destino. ―Erika, ¿puede esc
El proceso fue desagradable. Consideré humillante tener que desnudarme frente a las enfermeras y mujeres policías. Tuve que entregar mi ropa, inclusive la ropa interior. Fotografiaron cada herida de mi cuerpo, hasta el más mínimo hematoma. Pasaron una luz ultravioleta sobre mí piel, buscando ADN y huellas. Revisaron mis uñas y dientes. Además de pasar hisopos sobre mis heridas. Me realizaron exámenes de sangre y orina. Las mujeres a mi alrededor me hablaban con cuidado, lento y utilizaban palabras gentiles. Lo aprecié demasiado. Intentaron hacerme algunas preguntas sobre lo sucedido, pero les di vueltas hasta que olvidaron el tema. Lo más difícil fue la revisión ginecológica. Fue tan incómodo, doloroso y vergonzoso. La doctora a cargo hablaba conmigo sobre temas absurdos. Sabía que lo hacía para distraerme, para que evitará pensar en lo que no debía. Y a pesar que no fui violentada de esa manera, no me quitó el miedo ni las náuseas. Sentí que el tiempo pasaba lento y el proces
Hacía frío, mucho frío. Sentía el brazo hormiguear. El suelo se movía. ¿Era el suelo? Algo me estaba tocando. Abrí los ojos con pesadez. Quería seguir durmiendo. Lo primero que vi fue el torso desnudo de Derek. No me asusté, estaba demasiado adormecida para ello. Movió mi brazo enyesado y lo puso sobre la pila de almohadas a mí lado. No sé en qué momento me moví de posición. Se supone que debía estar con el brazo elevado mientras estaba acostada, para evitar coágulos, embolias y esa clase de cosas. Él me arropó y volvió acostarse a mi lado. No tardé en volver a dormirme, no sé si era por los analgésicos o el cansancio, pero estaba muy soñolienta. … ¿Cuánto tiempo había pasado? Continuaba cansada. La cama se movía otra vez. Sentí como movían mi brazo y lo colocaban en la pila de almohadas. No sé en qué momento me quitaba de la posición debida. La sabana cayó sobre mí y la cama se hundió a mi lado. No hubo más movimientos. … La cama se movió. Mi brazo fue tomado
Pensé que iba a morir sin escuchar ese nombre. Fui la mujer más feliz el día en que me gradué y no tuve que volver a ver la cara de esa detestable mujer. Se cree la gran cosa por venir de una familia de modelos internacionales. Dudo que su personalidad haya cambiado con el tiempo, la gente de corazón podrido nunca logra sanar. Me molestaba el hecho que Derek siguiera en contacto con ella. Él es consciente que esa mujer estaba coladita por él desde la universidad. Inclusive creo que antes, porque sus familias se conocen desde que eran niños. Esto es hasta irritante, primero Katy y ahora Miriam. ¿No puedo tener paz? ¿Siempre me van a molestar las mujeres que han estado enamoradas de Derek desde la universidad?―Diles que no los pienso recibir. Hoy estoy ocupado ―habló con cansancio. Observé a Derek de pies a cabeza. Vestía un conjunto de pijama azul oscuro que se ceñía a su cuerpo. Al flexionar cualquier extremidad dejaba en evidencia sus músculos bien trabajados. No estaba
―Lo siento, señor Fisher, traté de detenerlos pero no pude ―comentó Carla, a la cual parecía que le faltaba el aire. ―No tienes que preocuparte, Carla. Sé como son estas personas. No es tu culpa ―respondió él con lentitud y con un tono tranquilo. La madre de Derek, Katherine, vio a Carla con una mirada filosa. ―Tú, pequeña traidora. Contratamos tu servicio, te dimos un techo para dormir y comida en tu plato. Y aún así decidiste irte con él en el momento que cumplió la mayoría de edad ―Sus palabras eran cortantes―. Lo preferiste a él antes que a nosotros que éramos quienes te pagaban.―Me contrataron para criarlo y eso hice, lo mejor que pude pese a sus malas enseñanzas ―respondió Carla sin temor. Abrí los ojos en sorpresa ante tanta valentía. ¡Eso, Carla! Dales con todo. ―¡Ingrata! ―gritó Katherine. ―¡Déjala en paz! Ella no es tu empleada y no tienes derecho hablarle así. Y tú, Carla, no eres su esclava. No tienes que aguantar sus insultos. Pégales si quieres ―dijo Derek