Las uñas de Kira se fundieron en la piel de mis brazos, pero me tuve que obligar a apartarla. No podíamos luchar en esa posición y eso es justo lo que teníamos que hacer, luchar.
―Erika, no vamos a lograr escapar ―susurró Kira, con un tono de voz que rozaba el llanto.Miré a mi mejor amiga, sus ojos estaban cubiertos de lágrimas, observando aquel ser con un gesto de horror.No, ella no iba a pasar por esto, ella no iba a perder su esencia por culpa de un desgraciado. No iba a permitir que ella se convirtiera en lo que yo me convertí en estos últimos diez años.El hombre azotó la pared con el cinturón.―Las perras siempre logran reunirse. Me da igual que tú y tu amiga sean las zorras de los Fisher, en mi casa se hace lo que yo diga.Tragué saliva, tratando de pensar con rapidez. Éramos dos contra uno. La única diferencia es que él era más fuerte que nosotras y traía algo con lo que nos podía lastimar.Una idea rápida