Derek caminó hacía nosotras con paso seguro y las venas a punto de salirse de su frente.
―Erika, ¿qué hace ese hombre aquí? ―susurró Kira, a mi lado.Se me olvidaba que ella no estaba al tanto de nuestro matrimonio, que era un secreto a voces. Aunque, como el círculo social de Derek parecía estar al tanto, pensé que ella también sabía.―Bueno, a mí viene a matarme ―susurré con sutileza―. A ti tal vez te deje vivir. Pero nuestra mejor opción en estos momentos es volvernos bolitas y tirarnos al suelo.―¡Una hora, Erika! ―habló con autoridad, tomando mi rostro entre sus grandes manos―. ¡Te dije que te dejaría sola una maldita hora y ocasiones un desastre! ¿No puedo salir de casa ni un minuto?Sus ojos eran como dos llamas siendo rociadas por gasolina. Analizó mi rostro sin soltarme, debatiéndose entre la preocupación y el enfado.―¿Cómo se te ocurre hacer una estupidez como esa? ¿Sabes todas las cosas que pudieron salir mal? <