―Me alegro nunca haberte obligado a desposar a una mujer solo por su herencia. Gracias a eso, hoy tienes a tu lado a alguien con quien puedes compartir tus penas y tu dolor. Jamás te lo dije, pero tenía miedo que te consumieras por completo bajo esa máscara que creaste para defenderte.
Pude notar que Derek se quedó sin palabras, estaba totalmente anonadado.
Tomé su mano, porque sentí la necesidad de hacerlo.
―Muchas gracias, abuelo. Cuidaré bien de él.
Dirigí a Derek a la silla que estaba a mí lado y permitió que lo sentara. La bestia se había calmado.
―Sé que lo harás. Y siendo sincero, Erika. Ya me caías bien antes de siquiera saber tu nombre. Cuando Derek me visitó y me contó que se había casado, me molesté porque no hubo una boda. Pero, por mi mente pasó otro pensamiento que me negué a compartir con