Gustavo comenzó a volverse loco, no podía creer lo que decían.
Colgó la llamada.
—¡Secuestraron a mi hija! ¡Secuestraron a Ana! Debemos salvarla.
Sonia estaba perpleja, intentó calmar al hombre, que fue por su arma.
—¡Mataré a Piero Moctezuma si se atreve a dañar a mi hija!
—¿Te volviste loco? Espera, no podemos hacer eso, ir por èl, sin saber a dónde, debemos hacer algo màs, si secuestramos a la m*****a de Elisa, Piero la quiere, así que recuperaremos a nuestra hija.
Gustavo la mirò con duda.
Luego, puso su mano sobre su cuello hasta quitarle la respiración.
—Escúchame bien, Sonia, si fallas, si algo malo le ocurre a mi Ana, a la que mataré es a ti.
Sonia le mirò con miedo.
Gustavo la soltó, ella cayó de rodillas tosiendo desesperada.
—¡Créeme! Sí, nos encargamos de Elisa o de Paula, Piero devolverá a mi hija.
El hombre la mirò con ojos severos.
***
Al día siguiente.
Leander llevó a Elisa a la mansión González.
—Leander, no me ocultes cosas, dime, ¿dónde está Ana?
Leander tomó su man