Dania.
Cuando su lengua mojada pasa de mi hombro a mi cuello, siento mis paredes contraerse. Estoy tan mojada, sensible. Desde el momento en que me pegó a su pecho para ocultarme de los demás, mi deseo hacia él aumentó.
Entonces siento un aura diferente rodeándome, es más fuerte, como un potente calor que brota de la piel de Leander. Para cuando me giro para verlo, casi jadeo internamente. Porque puedo reconocer los ojos de Leander y los de Near aunque sean muy parecidos; los de Leander son color miel, cálidos, pero los de Near son mucho más oscuros que eso, casi como si estuviera besándose con el color dorado de su pelaje.
—¿Near? —quiero saber.
Porque por alguna razón siento que no logré llegar a Near como con Leander. Lo sospeché ayer cuando él olfateó mi cuello y soltó ese sonido satisfactorio.
La idea de que no haya podido manipularlo a él es aterradora porque eso quiere decir que Leander está debatiéndose con Near. Sin embargo, más allá de eso, su aura me atrapa de una forma en l