107: Nada podrá salvarlo.
Desde que llegaron al territorio Golden Crescent, Maxim, Oziel y Esther han sentido la agitación, la sensación de que algo está por estallar. Demasiado tenso y misterioso a la vez.
Tienen al menos media hora en la casa privada de Alan, esperando por él.
La pelirroja se levanta del sofá cuando huele un olor familiar. Narciso y sándalo. Lavinia.
—¡Amiga!
Ambas exclaman a la vez y corren hacia la otra, dándose un abrazo que se siente eterno. Aunque no haya pasado tanto tiempo sin verse, así sienten que ha sido.
Separándose del abrazo, a pesar de sentir que ahora pertenece a otra manada, Esther puede distinguir fácilmente las feromonas de su amiga; la angustia, los nervios, la rabia, y algo de dolor.
—¿Qué sucedió? —cuestiona, preocupada.
Lavinia camina con ella hacia la sala y al ver a Beta Maxim y Alfa Oziel, su loba se mueve ansiosa en su mente, con ganas de infringir algo de dolor.
—Alfa, Beta —saluda, caminando con los puños apretados hacia ellos. Y una vez que se sienta en medio del