Capítulo 86

Alastor fue llevado hasta Cirius. Sobre sus hombros llevaba un yugo similar a un animal; de sus ropas solo dejaron sus pantalones, despojándolo incluso de sus zapatos. Lo estaban humillando. Los lobos disfrutaban de golpearlo cuando él se detenía un segundo por el peso que cargaba y los pies atados, magullando su espalda con látigos, los cuales tenían la punta bañada en plata, logrando hacerle heridas que les dejarían las cicatrices para siempre.

En la manada estaban reunidos en la dulce espera, y al verlo llegar, arrastras, se gozaron viéndolo atado por los pies, y cuello, sobre sus hombros, el yugo con sus brazos a cada lado, humillado como querían verlos todos, incluso en ese estado deplorable y tan triste, su belleza resaltaba. Ronan se desmontó de del caballo con jade en brazos y habló a su manada con autoridad exaltándose.

—Les juré que iba a erradicar el mal que nos asechaba. Miren a este lobo infeliz, ¿no era este lobo el que los atemorizaba a ustedes? ¿Aún siguen pensando que
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