Dentro, el aire olía a papel antiguo, a tinta, a metal oxidado y a poder. Estaban en una sala circular, repleta de estanterías. Documentos. Carpetas selladas. Discos duros. Equipos. Fotografías. Y una pantalla gigante en el centro, apagada.
—Bienvenido a la parte del infierno que no conocías, inspector —dijo Dante, encendiendo la pantalla—. Mira con atención. Porque esto no lo encontrarás en ninguna base de datos policial.
La pantalla cobró vida. Archivos clasificados. Logos gubernamentales. Correos interceptados. Fotogramas. Rostros. Firmas. Políticos. Jueces. Curas. Oficiales.
Versano sintió que le faltaba el aire.
—¿Qué… qué es esto?
—Las verdaderas conexiones. Las verdaderas alianzas. Las redes que sostienen este sistema putrefacto. ¿De verdad crees que tu operación fue tuya? ¿Crees que esa orden de arresto de la DEA se gestó por tu investigación? No, Versano. Vino de gente con mucho poder… que quiere lo que yo tengo. Y están usando tu moral como su arma favorita.
Versano se acerc