12: Vendaval de emociones.
Narra Fabiola.
He llamado a Aitana y ella me ha dicho que puedo volver al anochecer. Pasan de la una de la tarde, mi estómago ruge, así que voy a un restaurante de mar que parece ser famoso porque hay mucha gente.
Hago mi fila para entrar y ordenar, y cuando veo que es imposible comer acá dentro por la cantidad de personas, pido mi arroz de mariscos para llevar. Luego tomo asiento en la arena, a unos metros del agua de la playa, y me quedo aquí, tratando de digerir la deliciosa comida mientras la brisa golpeando mi cara me lleva a un recuerdo.
Años atrás…
—¡Sostente bien! —me gritaba Diego mientras me llevaba en su bicicleta.
El viento golpeaba en mi cara mientras él manejaba a toda velocidad y nos reíamos en paz.
Era el día de mi cumpleaños quince. Justo un día después de que yo me apareciera en su casa para llorar y él llorara en mis brazos por culpa de su padre.
Llegamos a una casa, parecía una mansión.
—¿Qué hacemos aquí, Diego? —pregunté mientras me bajaba.
Diego me tomó de la ma