Momento de debilidad

Aquella fue una dura mañana para Kairi, pero aun así intentó fingir que todo estaba bien y siguió con sus actividades diarias normales, como la clase de cocina de su sirviente favorito.

—Majestad, ¿está todo bien? —preguntó Kenny al notarla demasiado distraída mientras trataba de enseñarle como hacer pavo.

—Kenny, ya te he dicho miles de veces que no me llames así —solo dijo sin siquiera mirarlo.

—Pero el rey…

—Al diablo con el rey. —Bufó—. Te ordenó como tu reina que ignores la orden del rey cuando no esté presente y me llames por mi nombre. —Finalmente lo miró con ojos fieros, dejando en claro que no iba a aceptar un no por respuesta.

—Pero…

—Sin peros —lo tajó de una—. Dejaré las lecciones de cocina por hoy. —Suspiró, dejando de lado los ingredientes—. Ya es tarde, voy a ir a dormir. —Se lavó las manos y empezó a salir de la cocina—. Buenas noches, Kenny.

—Buenas noches, Kairi. —Al oír su tono berrinchudo se dio la vuelta sonriendo y agitó una mano hacia él soltando risas
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