Marena:
Quise saltar del escritorio en el instante en el que el rey Alexander entro en mi despacho, pero el agarre en mi cintura se volvió posesivo.
Abraxas no me permitió alejarme de su toque ni un milímetro, sentí la pesada energía del rey Alexander al entrar con paso firme y mirada acusatoria.
-Marena,- El hablo con la misma voz dura y ruda que me hablaba mi padre cuando se sentía decepcionado de mí, después de que mi madre le recordara cada segundo del día lo inútil que era.
Sentía que el corazón se me saldría del pecho en cualquier momento, odiaba sentirme así porque toda mi vida mi madre utilizo la culpa y la decepción como armas psicológicas en mi contra.
-El rey oscuro no es bienvenido aquí, - su voz severa me recuerda a mi madre.
Llega a mi lado y tira de mi brazo con brusquedad haciéndome trastabillar a sus espaldas, Abraxas aprieta la mandíbula claramente molesto.
-No la toques, - apenas alcance a escuchar su voz posesiva porque me atrapó entre sus brazos.
-Apenas