~Abrázame y no me sueltes jamás~
Alexander montó el caballo y regresó por el mismo lugar por donde lo vio salir. Casi veinte minutos después, por el centro de un camino que habían cabalgado juntos, la vio tirada en el piso. En ese momento sintió que su corazón se detuvo al imaginarse lo peor. Para su sorpresa, Neyra volteo a verlo y se puso de pie, lo que le devolvió el alma al cuerpo; no pasó desapercibido que no apoyaba peso en uno de sus pies.
–Por amor de Dios Neyra, ¿intentas matarme de un susto o qué diablos? –preguntó enojado y contento a la vez. No se explicaba cómo era posible tener ambos emociones al mismo tiempo. Mientras que Neyra estaba feliz de verlo y lo saludo con una gran sonrisa.
–Me tienes como loco, buscándote por todos lados. ¿Por qué saliste a cabalgar tú sola? Te pedí que no lo hicieras.
–Alex, relájate, ya me encontraste. ¿Si sabes que eres muy mandón? –preguntó tratando de no reírse, para que no se molestara más.
–¿Y tú que eres una necia e inconsciente? Qué hu