~Quizás el problema no esté en la tormenta, sino en tu lucha contra ella~
–Tengo algo muy importante que decirte, pero no sé ni cómo comenzar.
–Qué tal si empiezas por el principio. Sugirió abrazándola.
–No puedo. Tengo que hacerte una confesión, pero tengo miedo de que me vayas a juzgar y que tus sentimientos hacia mí cambien.
Alexander vio el trabajo que le estaba dando hablar y se imaginó que era algo importante.
–¿Me puedes prometer que no te vas a enojar, ni me vas a juzgar, y, sobre todo, que me vas a perdonar?
Alexander se rio por un momento, pensando que estaba jugando o bromeando, per al ver que estaba a punto de llorar, dedujo que era algo importante y serio; lo cual no podía tomar tan a la ligera.
– ¿Te das cuenta lo que me estás pidiendo? No te puedo prometer algo que no sé si voy a poder cumplir. Por qué mejor no lo piensas bien, en lo mientras déjame ver si encuentro algo en la cocina, aunque sea para hacer café. –dijo él, y salió de la habitación para darle la oportunid