Natalie, una mujer insegura y vulnerable, y Peter, un cantante de rock, quien sufre las consecuencias de una terrible pérdida, se conocen en el peor momento de sus vidas. Ella tiene un pasado que no puede recordar. él, uno que quisiera cambiar. Pronto descubren el amor, y con ello, la cura para sus heridas. pero los secretos que ambos ocultan amenaza con separarlos. ¿Qué tan fuerte es su amor? ¿Podrá superar la verdad, cuando sea revelada?
Leer más—Natalie —dijo una voz suave, melancólica… tan lejana como un murmullo—. Natalie —pronunció de nuevo, ahora más cerca.
Traté de abrir los ojos, pero fracasé. Mis párpados se sentían como dos compuertas de titanio. El cuerpo me pesaba igual, se había transformado en una prisión de la que no podía escapar y estaba desesperada por hacerlo.
—Natalie, mi amor —insistió la voz.
¿Quién es Natalie? ¿Por qué la llama?
Mi mente vagaba por calles intrincadas y oscuras, donde no había más que neblina y silencio, un silencio tan devastador que crispaba cada parte de mi ser. Pero, en medio de las tinieblas, vi un haz de luz que comenzaba a consumirse.
Corrí en esa dirección.
Luché contra la oscuridad que me quería arrastrar de regreso a aquel abismo.
Peleé con obstinación y la dominé.
Escapé, pero me sentía tan cansada que, hasta el mínimo movimiento ameritaba un gran esfuerzo. Sin embargo, era tal mi convicción que no cesé en mis intentos de abrir los ojos, hasta que finalmente respondieron.
Uno, dos, tres parpadeos… Traté de adaptarme a luz, a aquel resplandor intenso que me encandiló, haciendo que mis ojos derramaran lágrimas.
Borroso, todo era borroso y confuso.
—¡Oh mi Dios! ¡Estás despierta!
Habló la misma voz que llamaba a Natalie. Seguí con la mirada el sonido y me encontré con una silueta que poco a poco cobró forma. Se trataba de una mujer mayor, de cabello cenizo, ojos cafés y piel morena. Las pequeñas arrugas en la comisura de sus labios, y debajo de sus ojos, me dieron una idea aproximada de su edad. Quizás unos cincuenta y cinco años o más. La mujer se echó a llorar mientras decía constantemente: «Gracias, Dios».
De pronto, su rostro se comenzó a desdibujar ante mis ojos. Me sentí desorientada… fatigada. La confusión dominaba mis pensamientos y no me concedía un espacio para entender lo que estaba pasando.
¿Dónde estoy?
¿Quién es ella y por qué llora?
¿Quién soy?
Preguntas sin respuestas.
Desconcierto, duda… dolor.
Me dolía más el alma que el cuerpo. ¿Por qué? Quise saber.
—Todo estará bien, Natalie. Mamá está contigo —sollozó.
¡Mamá! ¿¡Ella es mi mamá!?
Ni su rostro, ni su voz, me dieron indicio alguno de que aquello fuera cierto. Y lo intenté, traté de encajar las piezas en mi cabeza, una y otra vez, pero nada tenía sentido para mí. Aquel desconcierto aceleró los latidos de mi corazón, con un palpitar tan intenso que se sentía en cada parte de mi cuerpo, corriendo por mi torrente sanguíneo como un río bravío. Sentía miedo, tanto que comencé a sollozar fuerte y dolorosamente.
—Natalie, cariño —susurró la mujer con letanía.
—¡No soy Natalie! ¡No me llames así! —grité con desesperación.
La mujer entornó los ojos y dio un paso atrás. Lo vi en su gesto, en su mirada, estaba confundida y asustada. ¿Más que yo? No, nadie tenía más miedo que yo.
—¿Qué me pasó? ¿Por qué no recuerdo nada? ¿Por qué no sé quién soy? —le pregunté. Las palabras se precipitaron fuera de mi boca con rapidez. Quería respuestas, las necesitaba.
—Cariño… —balbuceó, acercándose a mí, hasta intentó tomar mi mano, pero me hice un ovillo en señal de rechazo. No quería que me tocara. No quería que nadie lo hiciera.
La mujer se cubrió la boca con las manos mientras negaba con la cabeza, perturbada por mi aversión. Me dio pena la desilusión que mostraron sus ojos, pero no estaba en condiciones de preocuparme por terceros cuando mi cabeza era un caos.
—Iré por un médico —dijo con la voz entrecortada.
Se fue. Me dejó sola en este lugar frío y descolorido.
Sí, porque todo a mi alrededor era blanco, tan insípido y vacío como mi mente. Y lo odié. Odié aquel color, odié no recordar mi vida, odié cada segundo mientras estuve sola en aquella habitación, esperando que la mujer regresara. Odié aquel miedo que me hizo pensar que, si pasaba mucho tiempo sin nadie a mi alrededor, volvería a la oscuridad, a aquel sueño aterrador del que apenas pude escapar.
***
Una semana después, luego de exámenes y estudios exhaustivos, los médicos confirmaron mi diagnóstico: amnesia a causa de un trauma psicológico.
—¿Qué provocó el trastorno? ¿Cuándo recuperaré mis recuerdos? —le pregunté al médico que me estaba tratando.
—Tú reprimiste tus recuerdos, tú debes liberarlos—concluyó.
¡Me sentí tan perdida! ¿Cómo se suponía que obligaría a mi mente a hacer algo así? Él debía ayudarme. ¡Tenía que haber algún modo! Y no hablaba de sentarme en un diván a hablar, como en los últimos siete días, quería una solución inmediata que devolviera el aire a mis pulmones, porque así me sentía, que no podía respirar.
Y, cuando pensaba que nada podía ser peor, Pattie, mi supuesta madre, develó una verdad que me arrastró de regreso a la terrible pesadilla que cada vez era más lúgubre.
Estuve tres meses en estado de coma. ¡Tres meses!
Quería correr hasta que mis piernas no pudieran más.
Quería gritar, gritar a todo pulmón hasta que mi voz despertara aquellos recuerdos cautivos.
En medio de mi desesperación, una pregunta cobró fuerza.
¿Qué obligó a mi mente a encerrar mi pasado?
Sin Dios nada, con él todo. Él me da la fuerza, la inspiración, me dio la vida y la imaginación.En segundo lugar, a mis padres, hermanos, esposo e hijo, por apoyarme con todo su amor en cada uno de mis proyectos. Gracias por entender mis ausencias y por ayudarme en el proceso creativo.A mi hermana iris, mi cómplice desde que esta historia nació. Sus aportes y comentarios me impulsan a hacerlo mejor.A mi hermanita Rossi, por enseñarme el mundo de la lectura y lograr que me enamorase de él.A Isabel Sierra, por hacer más que leer la historia, por hacerme ver las cosas desde otro punto de vista, por dedicarle su tiempo a Carrie y Peter. Miles de gracias.A Grace Lloper, una excelente escritora que dispuso de su tiempo para ayudarme con la corrección y maquetación del libro. Fue un verdadero honor contar con tu apoyo.A mis lindas y hermosas betas: Iris Urdanet
Peter y Carrie recorrieron un camino minado, y varias bombas estallaron en el campo de batalla. Pese a ello, su amor nunca se apagó, la llama seguía encendida, solo requirió un poco de trabajo avivar el fuego.Peter vio en la pérdida de memoria de su soñadora una oportunidad. Le hablaría de su pasado, sí, le contaría quién era Leo, Andrew, Gerard, Pattie y Scott, pero solo lo necesario. Los tres primeros estaban en prisión, pagando su condena, Pattie fue asesinada, pero no por Leo como Carrie asumió al inicio, fue Scott. Él quería heredar los bienes de su difunta esposa y aprovechó la oportunidad, por eso reveló la verdad de Donald Geller, para tener un móvil. Pero, como era de esperarse, la policía lo descubrió y está cumpliendo su condena.Henry al fin pudo recuperar a su sobrina, quien era hija de su difunto hermano Donald Geller, tras
Los ángelesLlegué del supermercado con una nueva provisión de pañales, toallas húmedas y leche de fórmula. Rosie, con apenas cuatro meses, era una consumidora compulsiva.Cambié los conciertos y los viajes en autobús, por horas de insomnio con mi pequeña glotona… y lo hice con todo el gusto. Amaba cada minuto a su lado, no me importaba la hora que fuese.Entré a la habitación de Carrie y me encontré con una hermosa escena, ella dormida con Rosie en su pecho. Verlas me aceleraba los latidos y me inspiraba a escribir canciones, letras que solo hablaban de amor. Ellas eran la mejor composición que mi corazón podía cantar.Me acerqué a mi soñadora y le acaricié la mejilla con suavidad. Carrie no tardó en despertarse, y al verme, sonrió con esa naturalidad e inocencia que solo ella podía trasmi
CARRIEAtrás había quedado el horror que viví con Leo todos aquellos años. El FBI ingresó al edificio donde me tenían sometida, arrestó a Leo, a Mario y Anton. Gerard y Andrew nunca estuvieron ahí, creo que fue una trampa para Leo como un castigo.Todo fue planeado. El FBI ya tenía la información y la ubicación de la droga que escondí en un depósito. Solo necesitaban que sirviera de señuelo para atrapar a El Don y desmantelar el cártel.—¿Estás segura de esto? —insistió Hyde.—Es lo mejor para Peter —afirmé. Pero mi corazón estaba tan destrozado que me costaba mantenerme en pie.Todo tuvo sentido cuando recordé el accidente. Yo vi a Peter gritando, lo vi buscando a su hija. Vi a Kaili a un lado de la carretera, inmóvil. Yo causé todo aquello. ¡Yo le qu
No podía dormir sabiendo que Carrie corría peligro, que ese degenerado quería, no solo saciar sus deseos carnales con ella, sino torturarla hasta que recuperara sus recuerdos, sin reparar en el daño físico y mental que le estaba causando.Yo solo deseaba cuidarla, cobijarla en mis brazos y hacerla sentir segura. Anhelaba besarla con devoción, acariciarla con ternura… cantarle canciones de amor al oído.Necesitaba a mi musa, la necesitaba tanto que mi vida se volvía más oscura con cada segundo que transcurría sin ella.Ella era mi luz.Ella le dio sentido a mi miserable vida.Ella era todo para mí.¿Cómo haré para recuperarla? Con Henry convaleciente, y con mi maldita ceguera, no había mucho que pudiera hacer. No confiaba en nadie más que en Henry y, hasta unos días atrás, en Gerard. ¿Y l
17 Años después…—Yo quiero una boda así, sencilla y hermosa —dijo Rosie mientras miraba el álbum con las fotografías de nuestra boda.—Sí, en unos… veinte años más o menos—interpuso Peter.Rosie giró los ojos con disgusto. Su padre era demasiado celoso, tanto que, a sus diecisiete años, no había traído ni un pretendiente a casa. Ni decir de amigos, eso era tabú para Peter Keanton.—Cuéntame de nuevo. ¿Cómo hiciste para que mamá se enamorara de ti por segunda vez?Nuestra hija era muy inteligente, sabía cómo desviar la atención de los temas escabrosos, como en el caso de su futuro con algún chico. También era una cantante talentosa, eso lo heredó de Peter. A mí que ni me digan, porque desafino más que un gallo mañanero.
Último capítulo