Claire necesita escribir un libro debido a un reto que le ha impuesto su maestro de literatura, su amiga para animarla le dice que vaya con ella a un club para inspirarse. Ella acepta a regañadientes sin saber que esa noche marcará su vida para siempre, porque allí encontrará más que inspiración cuando se tropiece con el hombre que se convertirá en el protagonista y villano de su propia historia.
Leer más―¿Qué te parece este?
Mi amiga Ivette levanta hacia mí un vestidito muy cortito color plata, bastante luminoso y con un escote que casi llega al ombligo. Estamos en una de sus tantas faenas para conseguir un vestido nuevo para irse de fiesta.
―Demasiado escandaloso ―respondo y ella hace una mueca de sarcasmo.
―Por favor, sé que no te va esta moda; aun así, dilo con más ánimos ―me riñe con humor.
―Vamos Iv, no estoy de humor, además, sabes que no soy la indicada para decirte que usar en una fiesta. Se supone que eres tú la que sabe cómo deslumbrar.
―Vaya regaño, ¿y qué es ahora si se puede saber? ―se queja, pero no deja el vestido, lo lleva con ella.
No sé por qué siempre me pregunta cuando tiene claro que ese estilo es propio de ella, sin embargo, en el fondo me alegra que me consulte, aunque el mío sea bastante soso.
―Es Geller ―contesto aburrida de solo recordar lo que me dijo y que yo no había contemplado hacer.
―¿Me vas a decir? ―me increpa haciendo pose de interesada.
―Quiere que escriba un libro ―respondo abrumada y ella se echa a reír―, no le veo la gracia ―la regaño ahora.
―Pensé que era algo peor. Además, que eres estudiante de letras, eso debería de dársete bien.
―No confundas. No soy escritora, soy investigadora ―recalco mi abnegada función.
―¿Y cuál él es lío?, además que te encanta leer, así que creo que no sería nada malo que escribas tu propia historia. Solo sería darle un poco de más acción a lo aburrido de tus escritos.
―Ese es el problema, él no quiere que sea un libro basado en mis métodos de investigación científica, quiere algo literario. Según él, como una manera de probar que puedo ser prolífica.
―Estoy de acuerdo con el viejo.
Ivette se burla de mí y ahora quiero ahorcarla a ella y al viejo.
―Ay, no me ayudas ―me quejo y ella se alza de hombros.
De inmediato ve otro vestido y eso es suficiente para que se le olvide lo que le dije y que me ha tenido frustrada desde que me lo pidiera el profesor. Ella grita de alegría porque ha encontrado un vestido parecido al plateado, de color azul eléctrico, y sin mangas. Él otro las tiene cortas. Lo toma del perchero y con uno en cada lado se los mide de frente.
―¿Dime cuál me va mejor? ―Pongo los ojos en blanco y ella mira con sarcasmo―, bien, te ayudaré a resolver este trágico asunto.
―No creo que haya manera de resolverlo sin que tenga que sentarme a escribir, y ese no es el problema.
―¿Y entonces cuál es?
―Es que ha dicho que no quiere que sea nada académico, sino ficción, como una novela.
―No le veo la dificultad, si algo te caracteriza es que te encanta leer esos romances irreales.
―Sí, pero no novelas de romance soso como les llamas, sino esas cosas que se publican hoy en día.
―Erótica ―responde bastante sugestiva.
―Vamos, Iv.
―Hasta te pusiste colorada. ―Ella sí que se burla de mí―, está bien, te daré una idea y espero que la medites, a mí me encantaría.
―¿Qué sugieres?
―Que veas, que experimentes.
―No.
Me niego con expresión rotunda.
―Sí ―replica ferviente.
―No, no voy a ir contigo.
―Sí, señorita, observar, te ayudará un montón y experimentar, ni te digo. ―alardea.
―No estoy de acuerdo.
―Yo sí, y es una excelente idea, y aunque no me creas, he escuchado que algunas autoras se inspiran en las cosas que ven o les sucede, puede pasar contigo y así sales de ese lío.
―Que no ―me mantengo
―Qué sí, así que vas a venir conmigo al club esta noche y no los pasaremos increíble.
―Eso menos, sabes que me aburro en esos lugares. No son lo mío.
―Eso es porque no te gusta salir de tu zona de confort y tampoco tienes nadie que te caliente por andar metida en tus proyectos. Así que estoy de acuerdo con tu profesor, eso te enseñará otras cositas más allá de tu laboratorio.
―Te odio, y no vas a convencerme.
―Y me vas a odiar más, porque te vas a poner el plateado.
―¡Olvídalo! ―replico espantada.
―No, olvídalo tú porque no puedes ir como una monja recatada a un lugar como ese y si quieres encontrar inspiración tienes que convertirte en ella.
―Estás loca, sabes que no vas a convencerme.
―Quizás, a lo mejor te servirá para distraerte y olvidar al menos por una noche que tienes que escribir un libro.
Odio a mi amiga cuando se pone en ese plan, sin embargo, creo que esta vez tiene razón.
Largo un derrotado suspiro.
―Está bien, y no iré porque crea que tienes razón con eso de la inspiración.
―Pero si con lo de la distracción, ¿verdad?
―Graciosa.
―¿Y bien? Te pondrás este ―dice extendiendo el vestido plateado hacia mí.
―Ni lo pienses.
―Yo creo que sí ―se ufana y yo niego con mi cabeza.
Dicen que la espera vale la pena, sobre todo cuando es aquello que más anhelas. Julian está de vuelta y cuando me propuso empezar otra vez con este juego llamativo y peligroso, no dudo en aceptar su propuesta. Quizás sigue siendo arriesgada, solo que ahora tengo claro a qué atenerme. No me lo ha dicho, tampoco lo he preguntado, y presiento que algo hay de complicidad con Gary e Ivette.Lejos de molestarme, no puedo estar más feliz, sobre todo en un día que significa mucho para mí, también nerviosa, era obvio que el libro llegaría a sus manos y ahora lo ha estado leyendo. Del hotel nos hemos casi que fugado, y luego montado en su avión privado. Ahora estamos disfrutando en una isla del mediterráneo. En una cabaña increíble y acogedora donde seguimos recuperando el tiempo que no hemos estado juntos, aunque eso comenzó desde que abordamos el avión. Creo que ni él ni yo nos aguantamos las ganas. Fue un tiempo bastante largo el que no nos vimos, pero no me quejo porque es
Escribir todo lo acontecido fue como una gran catarsis, también un largo proceso de liberación. En parte, por otro lado, es como dejar una huella de aquello que te sucedió en el pasado. Creo que este es el pensamiento más recurrente desde que aquello acabó. Después de ello, todo parece alinearse, mi vida parece perfecta y aunque se siente cada vez como un borrón en mi vida que poco a poco se desvanece, sigo sin resignarme.Han pasado seis meses desde que Geller dijera que tenía potencial para convertirme en una escritora de éxito, algo que me hizo gracia, también el tiempo en que todo empezó a tener forma y un año en que Julian desapareció de mi vida.John el editor ha sido una increíble persona y ha acatado todos mis pedidos, que fueron más bien personales si no quería que descubriera que el libro era más una biografía. En algún momento del proceso me había preguntado si mi protagonista era una especie de Lucius Archeron renovado y obvio le dije que no. Julia
Seis meses después…Después de esa terrible experiencia, cambié un poco la percepción sobre todo lo que me rodeaba, porque si algo trajo Julian a mi vida, fueron emociones que jamás había experimentado. Pensaba que persistiría con su obsesión, al parecer, que estuviera al borde de la muerte, fue lo único que logró que se alejara de mí y quedara en mi mente como un fantasma.Era extraño porque siempre fui yo quien buscaba eso. A veces quería odiarlo, otras, lo deseaba y extrañaba un mundo. Y sigue siendo aún más extraño por esa causa.―¿Lista para salir? ―Ivette pregunta, durante este tiempo me dediqué a terminar de escribir aquel libro que me exigiera Geller para cambiar mi perspectiva de mi carrera y que hace una semana lo terminé y le envié el primer borrador.Asiento, aunque por dentro estoy ansiosa por lo que puede estar pensando sobre el rumbo que tomó mi historia. Al principio no lo concebía, después de todo lo ocu
Mi cabeza duele como el infierno, mis ojos están llorosos. Mis brazos duelen, todo mi cuerpo y cuando abro los ojos y adquiero consciencia, a mi cabeza viene la conversación con Melania y su acusación contra Ivette y como había sido por ella que estaba allí.¿A dónde me han traído?, me pregunto espantada tratando de enfocarme, y entonces me doy cuenta de que estoy en medio una especie de reunión donde soy el centro de atención. No puedo moverme, estoy atada a una especie de cruz y suspendida desde el techo.¿Qué es toda esta locura?Trago con dificultad que hay un grupo de seis presididos por ese Lazarus. Portan máscaras como aquella orgía en el baño romano de la finca de Julian.Julian…Es mentira que vendrás a salvarme. A medida que todo transcurre se siente peor. Estoy molida física y mentalmente, siento que me ahogo y lo que deseo es que esto acabe rápido. Si ha sido culpa de Ivette, espero que suceda todo y termine esta agonía, si era así como
Creo que es tarde para lamentarme de como se ha vuelto todo esto. Quizás si sabía del peligro, pero tal vez no era consciente de ello y que tuviera esta magnitud. Es claro que Julian no es de la clase de hombres en el cual deberías fijarte; a veces todo sucede, de manera que cuando te das cuenta, ya no puedes evitarlo.¿Lo odio por lo que está pasando?La verdad es que no, si bien me ha incitado, a la final he sido yo quien ha cedido. Quizás se piense que me esté victimizando, y no es así porque es la consecuencia de cuando no lo pensamos demasiado, sino que actuamos y nos dejamos llevar.Es cierto que no me dio muchas opciones, pero a la final, siempre ha sido mi decisión, aunque al principio haya sido renuente. Ahora mismo solo quiero salir de esto ―y ojalá con vida―, y después tomaré mi decisión.No sé dónde estoy ahora, me pusieron ese saco en la cabeza y me llevaron casi que a rastras a alguna habitación porque escuché como cerraban la puerta. No pue
¿¡Qué es todo esto!?Empiezo a zarandear a Jack con fuerza y desespero, no se mueve.«¡Está muerto!», chillo por dentro llevando mis manos sucias de sangre a la cara, entonces intento mover la llave para encender el auto, el estruendo de vidrio quebrándose y salpicándome a cada lado me espanta sobre manera gritando audible cuando siento que los cristales rotos me caen encima. Han roto los vidrios de las ventanas con bates de beisbol y uno de ellos se inclina y se asoma.No tengo idea de quién es, traen cubierta la cara con pasamontañas y solo puedo mirarlos asustada.―Hola, primor, ¿vas a bajar a las buenas o lo harás a las malas? ―pregunta ese hombre con una risita y yo solo puedo morirme del miedo.―¿Van a matarme? ―pregunto atolondrada.―No, y lo estarás pronto si no colaboras. Así que baja del auto de una puta vez.El hombre
Último capítulo