—No entiendo, Clyde —Megan sacudió la cabeza como para aclarar su mente— ¿De qué me estás hablando, acaso eres gay?
A duras penas Clyde pudo aguantar la risa, a pesar de ser un hombre bastante formal, la salida de Megan lo dejó descolocado y le dio mucha risa al mismo tiempo. Pero con eso pudo relajar un poco sus facciones y ya no se sintió tan inseguro.
—No, amor, no es eso —Dijo con la cara entre risueña y seria, lo cual le daba un aspecto un tanto cómico.
—Entonces… No entiendo, Clyde —le dijo.
—Ven, amor —le dijo mientras la conducía al mueble grande de la sala— Te voy a explicar.
El joven buscaba en su mente la mejor manera de decirle quién o qué era, pero no encontraba cómo decirlo sin sonar fantasioso.
Megan estaba más preocupada que asustada, sin embargo su cerebro pensaba a una velocidad alucinante, se le ocurrieron tantas cosas en esos segundos: enfermedades incurables, ex esposas, fraudes financieros, terrorismo internacional y muchos más. Pero decidió, que si lo amaba debe