El viaje fue eterno, estuve sentada durante más horas de lo que creía posible en el asiento trasero del coche. Me dolía la espada, y la venda comenzaba a apretarme los ojos, por lo que intentaba rascarme, pero como me habían atado las manos, fui incapaz.
- ¡Vamos, Cat!.- escuché la voz de Alfa Dean cuando al fin abrió la puerta trasera.
Me empujaron para bajar del coche, y al poner los pies sobre el suelo, se me doblaron las piernas, y sentí como desfallecía. La cabeza me daba vueltas, las piernas me temblaban cada vez más, y estaba asustada. Me quitaron la venda de los ojos, y noté como la luz hacía daño a mis ojos.
- ¿Dónde estamos?.- pregunté asustada.- ¿qué hora es?.- los miré a todos, que parecían demasiado calmados.
A mi alrededor solo había tierra despejada, no había edificios, ni casas, ni otros coches, ni siquiera otras personas, estábamos completamente solos.
- ¿Vais a deshaceros de mi?
Y para mi mayor vergüenza, noté como las piernas se me doblaban y caía al suelo sin poder