Helmer
Estoy en mi habitación del castillo, disfrutando de lo que es mío. Nunca debí ceder mi puesto al inútil de mi hijo. Tenía grandes planes para él y los arruinó todos. Es un hijo débil y patético. Es que debí suponerlo, Clarise era tan poca cosa a mi lado y por eso matarla me liberó. Nada me detendrá de ser poderoso y seguir mis instintos oscuros. No soy malo por darle gustos a mis deseos, el ser humano finge toda su vida y a la larga se van del planeta con cadenas. Una vez que te permites soltar tus demonios, te liberas de esas pesadas cadenas y en ese justo instante es cuando vives de verdad. La sensación de tomar y penetrar a esas jóvenes es un clamor que exige mi cuerpo. Tengo amordazada y atada de pies y manos a los postes de la cama a una invitada. La joven se resiste a mi toque y acaricié su frente, aunque ella se retuerza. Es una hermosura con cabello rubio ceniza, los ojos como el cielo y su piel es pálida. Es una copia barata de la zorra de mi hijo. Será temporal, en lo