Para no perder la costumbre de molestarla, me moví velozmente y llegué a su mano. Elin frunció el ceño y negó con el dedo.
—Adulador, con solo dos pasos llegabas a mí, esta pequeña habitación no te da para exageraciones. —Su lengua es viperina.
Me inclino, rozo mi nariz con la suya y cerró los ojos. Esta chica es mi perdición, no puedo dejar que se extinga, no lo haré.
—Eres tan hermosa.
Nunca había sentido tanto por alguien, ni cuando vivía, y por eso no me rendiré con Elin.
—No lo creo, parezco un cadáver —comentó sin filtro.
—No te dejaré ir, aunque no me lo perdones —confieso y entrelacé los dedos con los suyos.
—Quiero vivir esta prueba, respirar hasta mi último aliento —dijo con voz temblorosa y odio hacerla llorar.
—Te dejaré hasta que vea que es el momento y luego despertarás a mi lado.
—Tengo miedo —sus lágrimas se deslizan por su mejilla.
—Siempre estaré a tu lado —beso sus mejillas hasta terminar en sus labios delgados.
—Soy un asco. —Se colocó la otra mano en la boca y l