Rodrigo se quedó sin aliento cuando Alejandro le pidió un arma, con la misma despreocupación que si estuviera pidiendo palillos para comer.
—T también tiene otro nombre: la tierra sin ley. Si el asistente se dirige allí, significa que está bastante familiarizado con el lugar; tal vez tenga cómplices allí que lo estén esperando. Así que no podemos tomar esto a la ligera, ya que las cosas podrían colocarse muy delicadas—dijo Alejandro, y ambos mostraron expresiones bastante serias.
En ese momento, recibieron otra llamada, esta vez de Enrique.
Alejandro, con ceño fruncido, colgó la llamada de Rodrigo y respondió a la de Enrique.
—Alejandro, mañana por la tarde, el presidente de la junta del Grupo Estados Unidos tendrá una conferencia telefónica con nosotros. Esto concierne a la futura cooperación estratégica entre nuestras dos grandes empresas y al desarrollo futuro de nuestro grupo Hernández en Estados Unidos. Ambos debemos asistir—ordenó Enrique con frialdad.
Alejandro no dudó en decir: