Aarón seguía en el hospital recuperándose, y quien fue a recogerlo fue César.
Sentados en la parte trasera del coche, Alejandro inhaló profundamente, sus grandes manos sujetaron suavemente la fresca y cálido mano de Clara.
Ella no se apartó, permitiéndole sostenerla con gran ternura, permitiéndole atreverse a entrelazar sus dedos, sintiendo la temperatura única de él.
—Rodrigo originalmente iba a venir pase lo que pase, pero no lo dejé venir—dijo Alejandro con voz muy profunda.
—Sí, entiendo tu intención. Rodrigo ahora vive con Noa todos los días. Él teme que Noa descubra algo y se sienta mal—suspiró Clara suavemente. —Después de todo, Aurora cuidó de Noa durante tanto tiempo. Privadamente, habían superado la relación de ama y sirvienta para convertirse en amigas.
En sus palabras, su voz disminuyó, llevando consigo un toque de sollozo.
—Clara, no llores.
Alejandro sintió gran tristeza y dolorhasta en lo más profundo de su ser. Levantó su sólido brazo, su cálida mano grande se deslizó s