Rodrigo sostenía a Noa en el coche, mientras Luisana lo iba conduciendo, y el lujoso coche salió de Villa Marejada.
En el interior del coche, Rodrigo sostenía y acariciaba el cabello de Noa, su corazón se encontraba lleno de dolor y angustia.
Él había llegado allí esa noche para encontrarse con Alejandro y salir a tomar una copa, pero nunca imaginó que, tan pronto como entró por la puerta, se encontraría con ese tipo de "caos".
Al pensar en las palabras que Aurora dolorosamente dijo y recordar esas horribles cicatrices en el brazo de Noa, Rodrigo odió sintió un gran odio que sus ojos se enrojecieron y parecían estar a punto de estallarse. La sangre en su cuerpo parecía haberse solidificado en una hoja fría y penetrante, perforando sus pulmones; el dolor era real e intenso se extendió sin precedentes por todas las extremidades y huesos.
Esta vez el dolor, era verdaderamente insuperable. Anteriormente, había sufrido una herida de amor en casa de Clara, y aunque su corazón había sufrido