Al escuchar esto, Rodrigo estaba empapado de sudor, su traje estaba completamente mojado, su rostro estaba pálido y sin vida. ¿Podría ella simplemente dejar atrás esos recuerdos dolorosos que quedaron grabados en su corazón?
De repente, el estridente sonido del claxon despertó por completo a Noa. Su corazón dio un vuelco total y se giró bruscamente, solo para encontrarse con un resplandor deslumbrante que iluminaba su sorprendido rostro.
Aurelio fue el primero en bajar del coche, abriendo la puerta con solemnidad para el señor Enrique. Claramente había sido despertado de su sueño a medias por todo el alboroto.
Enrique, vestido solo con su traje de hogar, estaba parado en medio de la fría luz del coche, con una expresión sombría y grave, y preguntó en tono muy severo: —Noa, ¿no le prometiste algo a tu padre? ¿No dijiste que nunca volverías a ver a nadie del grupo Rodríguez? ¿Cómo puedes hacer que me preocuparme tanto? Alejandro ya me ha roto el corazón, ¿quieres seguir sus pasos? ¿Te ha