Capítulo1813
Cuando Leona vio a Alejandro, su corazón comenzó a latir con fuerza, como si fuera un ratón asustado frente a un feroz gato. Instintivamente, quería esconderse en un oscuro y maloliente alcantarillado y no asomar para nada la cabeza.

El frío y distante Enrique pasó con agilidad su mirada por el rostro severo de Alejandro y se levantó apresuradamente. —Papá, ¿por qué no me avisaste de tu llegada? Podría haberte recibido.

—No estoy visitando a extraños, estoy en mi propia casa. ¿Es necesario que el gran Enrique me reciba como si fuera un gran invitado de honor? —respondió Fernando con total frialdad, siempre manteniendo una actitud indiferente y déspota hacia su único hijo.

La mirada de Enrique se oscureció ligeramente. Las palabras de su padre claramente llevaban un mensaje implícito, lo que le hizo sentir una profunda preocupación.

—La Villa Mar no es tuya, es mía—parecía decirle su padre. —No creas que por vivir aquí eres el dueño.

—Abuelo, escuché que Noa ha estado recuperándose cont
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